Durante las últimas dos décadas y media, el horizonte de Coquimbo ha sido dominado por una majestuosa estructura, un monumento que se alza sobre el Cerro El Vigía, un ícono visible desde casi todos los rincones de la ciudad. Este monumento no es otro que la Cruz del Tercer Milenio, un símbolo del jubileo del año 2000 que marcó el inicio de una nueva etapa religiosa.
Padre Ramón Bravo, ex presidente de la Fundación Cruz del Tercer Milenio y uno de los gestores del proyecto, recientemente habló desde Italia sobre la importancia de este monumento para los coquimbanos y chilenos en general. Según él, la Cruz es un objeto de trascendencia y recuerdo de la muerte y resurrección del Señor para todos los cristianos. Para Bravo, quien tuvo el privilegio de ver nacer y crecer este monumento, es una obra magnífica.
El Padre Bravo recordó cómo, en 1998, él y el entonces alcalde de Coquimbo, Pedro Velásquez, comenzaron a trabajar en este sueño. Durante una visita del Cardenal Jorge Medina a la Región de Coquimbo para dedicar la Basílica de Andacollo, Bravo facilitó una reunión entre el alcalde y el Prefecto del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos, lo que finalmente dio vida a la Cruz del Tercer Milenio.
En ese momento, solo existía el Cerro El Vigía y un gran sueño. Para convertir este sueño en realidad, Bravo y su equipo hicieron todo lo necesario a nivel nacional e internacional. Hoy, miles de chilenos pueden apreciar el resultado de estos esfuerzos durante sus visitas turísticas a la región. La Cruz se ha convertido en un faro que ilumina toda la ciudad y refleja el nombre de Coquimbo.
Bravo destaca que, en los primeros años, cuando todavía no era sacerdote, fue él quien pidió al alcalde Velásquez que autorizara la conversión de un aula en una iglesia, ya que no podían concebir una Cruz Monumental sin una iglesia en su interior. Este espacio, más tarde, fue dedicado a San Juan Pablo II, uno de los colaboradores más importantes en el levantamiento del monumento durante su tiempo como pontífice de Roma.
La Cruz del Tercer Milenio no es solo un hito para la ciudad y la región, sino también para todo el país. Fue elegida en una votación como símbolo del Bicentenario. Además de ser un monumento arquitectónicamente hermoso, también representa la Santísima Trinidad. Las personas visitan la Cruz por admiración, curiosidad y luego descubren muchas cosas valiosas allí.
El Padre Bravo destaca que se ha sabido dar un valor religioso al monumento, ya que cada vez más liturgias se realizan en la Iglesia de La Cruz. Además, se han realizado varias actividades en beneficio de la vida religiosa en el sector, lo que ha sido muy enriquecedor para los vecinos.
A pesar de su conexión limitada con la Cruz en los últimos años debido a sus compromisos en Italia y las restricciones de viaje impuestas por la pandemia, Bravo se siente emocionado cada vez que visita el monumento. Recuerda a las muchas personas que participaron en el proyecto del monumento hace 25 años y que ya no están entre nosotros. Para él, es una gran satisfacción ver que las personas visitan el monumento para rezar, cumplir una promesa, o encender una vela. «Que la Cruz siga siendo un signo de fe, me tiene muy feliz. La obra sigue, porque la obra es más trascendental que quienes pudimos dar un granito de arena», concluyó el religioso.