El Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias ha informado que un destacamento naval ruso llegará a La Habana el próximo miércoles y permanecerá en sus aguas hasta el 17 de junio. La confirmación llega en medio de una creciente tensión geopolítica y trae a la luz la fuerte relación entre Rusia y Cuba, un vínculo que ha resistido el paso del tiempo y las tormentas políticas.
El grupo enviado por el Kremlin, está compuesto por tres buques y un submarino de propulsión nuclear. Estos incluyen la fragata Gorshkov, el buque petrolero Pashin, el remolcador de salvamento Nikolai Chiker y el submarino Kazan. Según las fuentes estadounidenses, el destacamento continuará después su ruta hacia Venezuela, una afirmación que agrega un nuevo grado de complejidad a la situación.
La Cancillería cubana ha emitido un comunicado en el que afirma que la visita se alinea con las relaciones históricas de amistad entre Cuba y la Federación de Rusia, y que se acoge estrictamente a las regulaciones internacionales de las cuales Cuba es parte. También aseguró que ni el submarino Kazan ni los demás barcos portan armas nucleares.
Cuba, junto con Venezuela y Nicaragua, se consideran los principales aliados de Vladimir Putin en las Américas. Estos tres países también poseen un importante aparato de propaganda e ideológico, una herramienta que Putin utiliza con eficacia para promover su agenda y difundir su influencia.
La llegada del destacamento naval ruso se produce después de que Vladimir Putin advirtiera a Occidente que respondería de «forma asimétrica» al suministro de munición de alta precisión a Ucrania. El presidente ruso cuestionó por qué Rusia no tenía el derecho de enviar armas similares a regiones del mundo donde se atacarían instalaciones sensibles de países que actúan contra Rusia.
Aunque la flotilla rusa no representa una amenaza militar directa para Estados Unidos, es parte de la reacción de Putin para hacer creíbles sus amenazas. Según Juan Antonio Blanco, presidente del laboratorio de ideas Cuba Siglo 21, este movimiento sirve para demostrar la disposición de Putin de utilizar armas nucleares o armamentos capaces de alcanzar territorio occidental.
Blanco también señala que la presencia de los barcos rusos en las aguas de Cuba y Venezuela es una forma de apoyar a las dos tiranías aliadas que se tambalean. Con las elecciones presidenciales en Venezuela el 28 de julio, donde el candidato opositor Edmundo González Urrutia está muy por delante de Nicolás Maduro, la llegada de los barcos rusos puede ser un mensaje dirigido a estos dos países.
El gobierno de La Habana, por su parte, se distancia de los «ejercicios militares» en el Mar Caribe, que incluyen paradas en puertos de Venezuela y Cuba. Esta posición parece ser un intento de separarse de la creciente tensión y de recalcar su compromiso con las regulaciones internacionales.
En el plano más amplio, la llegada del destacamento naval ruso al Caribe es un recordatorio de la complejidad del escenario geopolítico actual. Con tensiones crecientes entre Occidente y Rusia, y crisis políticas en curso en América Latina, la decisión de Putin de enviar estos barcos a Cuba y, posiblemente, a Venezuela, es un desarrollo que merece atención.