Treinta y nueve días después de que la historia le cambiara los planes tras la renuncia de Joe Biden a perseguir su reelección, la vicepresidenta Kamala Harris concedió este jueves su primera entrevista como candidata. Había hablado aquí y allá con los reporteros que siguen su campaña y charló con un par de influencers en la Convención Nacional Demócrata, pero aún no se había enfrentado a la colección de preguntas, más o menos incómodas, que definen una entrevista periodística.
Se las planteó Dana Bash, corresponsal política jefa de la CNN y una de las estrellas de la cadena. Ambas se sentaron en torno a una mesa en un restaurante de Savannah, en el disputado Estado de Georgia, acompañadas por el gobernador de Minnesota, Tim Walz, la persona que Harris ha escogido como aspirante a la vicepresidencia.
No fue una entrevista reveladora, ni ofreció grandes detalles sobre los planes de la aspirante. Pero, dado que no metió la pata y que tampoco se vio en ningún momento contra las cuerdas, dio la impresión de que logró lo que su campaña andaba buscando: que Harris saliera ilesa del trance antes de la gran cita de su primer debate contra el candidato republicano Donald Trump, prevista para el próximo 10 de septiembre en Filadelfia.
La conversación grabada se emitió “sin cortes”, advirtió Bash. La periodista le preguntó por sus cambios de opinión, criticados por sus rivales republicanos, en asuntos como el fracking (técnica de fracturación hidráulica para obtener hidrocarburos), la inmigración irregular o la crisis de la frontera. Se trataba de saber qué diferencia a la Harris que fue, cuando desempeñaba los cargos de fiscal general de California, senadora o vicepresidenta, y la Harris que es, ahora que podría convertirse en la primera mujer en ocupar el Despacho Oval y que tiene que convencer a una legión de indecisos. “Lo que mejor define, lo más significativo de mi perspectiva política y de mis decisiones, es que mis valores siguen siendo los mismos”, respondió la candidata, que recordó que en sus cuatro años como vicepresidenta ha viajado “mucho” por el país (”17 veces a Georgia”, aclaró). Eso, añadió, le ha enseñado lo “importante de generar consensos y de encontrar un punto de entendimiento común a partir del cual resolver los problemas”.
“No prohibiré el fracking”, prometió sobre un asunto muy sensible en Pensilvania, uno de los Estados que necesita para ganar, antes de afirmar que hará “cumplir la ley” en la frontera. “Soy la única candidata en esta campaña que se ha dedicado a perseguir el crimen transnacional”, advirtió.
Ante la pregunta de lo que piensa hacer en su primer día en la Casa Blanca, Harris desaprovechó la oportunidad de especificar el contenido de su programa. Aseguró, después de defender el desempeño en materia económica de la Administración de Biden (”queda por hacer, pero hemos hecho un buen trabajo”), que reforzará la clase media, trabajará por bajar el precio de la cesta de la compra e intentará reducir el coste de la vivienda; ser propietario de una, añadió, es “parte del sueño americano”. “Cuando observo las aspiraciones, los objetivos y las ambiciones del pueblo estadounidense, creo que la gente está lista para caminar adelante, de la misma manera que generaciones de estadounidenses se han guiado por la esperanza y el optimismo”, explicó, sobre el contraste que constantemente plantea su campaña entre una candidata que, dicen, piensa en el futuro y un rival, Donald Trump, al que acusan de estar obsesionado con el pasado.
Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO
En otro guiño al centrismo en un país íntimamente partido en dos, Harris también dijo que está abierta a nombrar a un republicano para su Gabinete. “¿Quién?”, se interesó Bash. “No tengo ningún nombre en mente”, repuso la aspirante demócrata. “Quedan 68 días para las elecciones, así que no es bueno vender la piel del oso antes de cazarlo. Pero creo que lo haría. Me parece muy importante. He pasado toda mi carrera abierta a la diversidad de opiniones. Creo en sentar a la mesa en la que se toman las decisiones a personas con diferentes puntos de vista, con diferentes experiencias. Y me parece que sería beneficioso para el pueblo estadounidense tener un republicano en el gabinete”.
Sobre los ataques de Trump, Harris respondió con desgana cuando Bash le recordó que a finales de julio aquel la acusó en un encuentro con periodistas afroamericanos de haber decidido “hace algunos años” “volverse negra”, primando interesadamente la identidad de su padre (jamaicano), por encima de la de su madre (india”). “El mismo viejo disco rayado”, atajó Harris, en referencia a la costumbre de atacarla del rival. “Siguiente pregunta”.
Esa siguiente pregunta fue sobre el espinoso asunto para el Partido Demócrata de la ayuda de la Administración estadounidense al Gobierno de Benjamín Netanyahu en su ofensiva en Gaza, que ya ha causado más de 40.000 muertos. Harris ―que defendió su decisión de apoyar a Biden cuando se decía capacitado para perseguir un segundo mandato― repitió los argumentos que viene esgrimiendo en las últimas semanas. “Tenemos que conseguir un acuerdo”, declaró. “Liberar a los rehenes [israelíes] y alcanzar un alto el fuego”.
En cuanto al domingo en el que el presidente la llamó para pasarle el testigo, la candidata recordó que estaba en familia, “haciendo un puzle”. Le preguntó a Biden: “¿Estás seguro?”. “Siendo sincera, no me preocupé tanto por mí, como por él”, dijo en la entrevista.
Críticas republicanas
La decisión de enfrentarse a su primer cuerpo a cuerpo con la prensa acompañada por Walz había desatado las críticas de los republicanos, que la acusaron de cobardía por no hacerlo sola. Él estuvo prácticamente ausente en los primeros compases de la charla, que duró 27 minutos (49, al sumar los anuncios), pero al rato tuvo que responder a las polémicas en las que se ha visto envuelto desde que dio el salto a la política nacional por las exageraciones sobre su pasado militar o sobre las medias verdades con las que recordó los tratamientos de fertilidad por los que pasó su esposa. “Mi gramática no es siempre la correcta”, se excusó. Walz también habló sobre la emocionada reacción de su hijo al discurso del padre en la convención demócrata.
La entrevista a tres contribuyó a una puesta en escena poco común: en lugar de situarse frente a Bash en el restaurante en penumbra en el que se improvisó el plató, Harris y Walz se sentaron en torno a una mesa, con ella frente a la cámara y el compañero de ticket electoral, de lado. La campaña demócrata ha recordado que esa opción de comparecer con el segundo de a bordo tiene su propia historia, también en el caso de Trump, que ha hecho entrevistas con el que fue su vicepresidente, Mike Pence, y se ha sentado recientemente ante la prensa con su actual candidato, J. D. Vance. Cuando la emisión de la CNN hubo terminado, el aspirante republicano escribió en su red social Truth una sola palabra en mayúsculas: “¡¡¡ABURRIDA!!!”
Walz y Harris, que regresó por la noche a Washington, se hallaban este jueves embarcados en una minigira electoral por Georgia. En el mitin que dieron tras grabar la entrevista con la CNN, ella recordó que los electores del Estado sureño votaron en 2020 por primera vez desde 1992 a un demócrata, y que ese apoyo fue crucial para que Biden acabara en la Casa Blanca (gracias a una ajustadísima ventaja del 0,3%). También les felicitó por haber elegido en las dos últimas elecciones a sendos senadores de su partido. Las encuestas, que han dado un vuelco desde que Biden se hizo a un lado, indican por primera vez en muchos meses que la candidata demócrata podría tener una opción en Georgia, aunque el margen es tan pequeño que no invita a extraer demasiadas conclusiones.
Siga toda la información de las elecciones en Estados Unidos en nuestra newsletter semanal