¿Es necesario continuar con los betabloqueantes un año después de un infarto de miocardio?
Las mejoras en el tratamiento del infarto de miocardio y los datos de estudios observacionales han llevado a los médicos a cuestionar si es esencial continuar con los betabloqueantes un año después del infarto, ya que un tratamiento innecesario puede provocar efectos secundarios adversos.
Para abordar esta cuestión, se ha llevado a cabo el ensayo ABYSS con el fin de proporcionar datos aleatorios concluyentes sobre los efectos de la interrupción del tratamiento con betabloqueantes frente a la continuación del mismo sobre los eventos cardiovasculares y la calidad de vida. Sin embargo, según la investigadora principal del estudio, la profesora Johanne Silvain de la Universidad de la Sorbona en París, “no pudimos demostrar la preservación de la seguridad en términos de eventos clínicos ni ningún beneficio en la calidad de vida con la interrupción del tratamiento con betabloqueantes”.
El ensayo ABYSS, que es un estudio abierto y aleatorizado realizado por el Grupo ACTION, incluyó a pacientes con un infarto de miocardio previo que tomaban betabloqueantes a largo plazo, con una fracción de eyección del ventrículo izquierdo de al menos el 40% y sin eventos cardiovasculares en los 6 meses anteriores. Los participantes fueron asignados aleatoriamente (1:1) a interrumpir o continuar con su medicación con betabloqueantes.
Seguimiento de 3.698 pacientes
En total, se aleatorizaron 3.698 pacientes de 49 centros de Francia con una media de edad de 64 años, de los cuales el 17% eran mujeres.
Durante una mediana de seguimiento de 3 años, no se demostró que la interrupción del tratamiento a largo plazo con betabloqueantes fuera no inferior a la continuación del tratamiento con betabloqueantes. Se produjo un evento de resultado primario en el 23,8% de los pacientes del grupo de interrupción y en el 21,1% del grupo de continuación.
La muerte se produjo en el 4,1% del grupo de interrupción y en el 4,0% del grupo de continuación, mientras que el infarto de miocardio se produjo en el 2,5% y el 2,4%, respectivamente. Cabe destacar que la hospitalización por causas cardiovasculares se produjo en el 18,9% del grupo de interrupción y en el 16,6% del grupo de continuación.
La interrupción del betabloqueante también se asoció con aumentos de la presión arterial sistólica y diastólica y de la frecuencia cardíaca a los 6 meses y durante el seguimiento del estudio. La interrupción del betabloqueante no mejoró la calidad de vida de los pacientes.
Resumiendo la evidencia del ensayo ABYSS, la profesora Silvain concluye que “las diferencias entre los grupos con respecto a la hospitalización por razones cardiovasculares y el efecto negativo sobre los niveles de presión arterial, junto con la ausencia de mejora de la calidad de vida, no respaldan la interrupción de un tratamiento crónico con betabloqueantes en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio”.