La marca británica Rolls-Royce es sinónimo de lujo, sofisticación y calidad excepcional. Sin embargo, su legado va más allá de los elegantes coches de lujo. Rolls-Royce también ha jugado un papel importante en la fabricación de motores a reacción aeronáuticos, vehículos militares y sistemas de propulsión para uso marino, civil y militar. En la década de 1950, en particular, la compañía produjo la familia B de motores, con variantes de cuatro, seis y ocho cilindros. Uno de estos motores, curiosamente, pasó 70 años sin estrenar, aún en su embalaje original, esperando pacientemente a ser despertado.
La historia de la familia B-Series de motores se remonta a los años 1943 a 1947. Durante este período, los ingenieros de Rolls-Royce terminaron el desarrollo de los motores Meteor y Merlin para tanques y aviones respectivamente. La visión inicial era que estos motores fueran el corazón de su gama de coches al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, post-guerra, estos motores, que comenzaron a producirse en Crewe en 1947, se utilizaron principalmente para aplicaciones militares. Estos motores B-Series también se utilizaron para aplicaciones civiles, entre ellas generadores, grúas y maquinaria industrial.
Rolls-Royce ganó varios contratos de defensa en el Reino Unido y terminó suministrando decenas de miles de esta familia de motores para su uso en diversos vehículos militares como los Alvis Saladin, los Daimler Ferret y los Austin Champ – una especie de Jeep británico de posguerra. Las versiones de cuatro cilindros (B40) cubicaban 2,8 litros y desarrollaban 80 CV, mientras que los seis en línea, con hasta 4,9 litros, alcanzaban los 140 CV. Los motores V8, con 6,5 litros, llegaron a desarrollar hasta 185 CV.
Los motores V8 de la serie B fueron equipados en un puñado de Rolls-Royce Phantom IV; solo se fabricaron 18 unidades de estos coches, destinados a la casa real británica y a clientes de alta importancia. Los motores B-Series eran muy robustos y modernos para su época, y utilizaban componentes comunes como pistones, bombas de aceite y sistemas eléctricos para reducir los costos de producción y simplificar su mantenimiento. Las versiones de cuatro cilindros fueron las más exitosas, con 15.000 unidades del Austin Champ encargadas por el Reino Unido.
La producción de los B-Series se llevó a cabo por Rolls-Royce y también por Austin bajo licencia. La producción de estos motores terminó en 1957. Como era de esperar, se produjeron muchos repuestos y motores adicionales. Uno de estos motores, producido en 1952 y cuidadosamente embalado en una caja de madera en 1954, es el protagonista de nuestra historia. Este motor, completamente nuevo y nunca usado, ha cambiado de manos varias veces, probablemente a través de subastas y ventas privadas.
Un youtuber estadounidense, conocido como Pacific Northwest Hillbilly, adquirió este motor, todavía en su embalaje original de madera, por un precio equivalente a su valor como chatarra. En un vídeo que dura más de hora y media, se dedica a desempaquetar este motor y, de forma meticulosa y sistemática, trata de devolverle a la vida. Aunque posiblemente pasó bastante tiempo a la intemperie y carecía de piezas como el carburador o el sistema de refrigeración, el motor estaba en un estado aparentemente muy bueno, algo que se confirmó mediante una cámara endoscópica.
En el video, vemos cómo el youtuber instala un carburador de origen Ford, un filtro de combustible y un rudimentario sistema de refrigeración en el motor. Cambia el aceite, consigue que el motor deje de estar agarrotado, comprueba que tiene presión de aceite y se asegura de que el motor no va a ser dañado al intentar arrancarlo. Incluso llega a desmontar el cárter, creando una nueva junta para que selle adecuadamente. Sorprendentemente, el sistema eléctrico del motor estaba en perfecto estado.
El resultado final es un motor que arranca casi a la perfección, mantiene un ralentí suave y rítmico, y que a pesar de su letargo de siete décadas, parece estar listo para toda una vida de servicio.