Francia enfrenta un hito histórico en su política con las elecciones legislativas que se celebran este domingo. El avance constante y aparentemente imparable de la extrema derecha durante las últimas décadas se enfrenta a su prueba definitiva, ya que los ciudadanos franceses deciden si otorgan el poder a la formación Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen.
Este referéndum político definirá la dirección del país en función del número de escaños que el RN logre en la Asamblea Nacional. Si el partido obtiene una mayoría suficiente, designará a Jordan Bardella, el delfín de Le Pen, como primer ministro y formará un gobierno. Sin embargo, este panorama se complicó después de que el centro y la izquierda formaron un cordón sanitario esta semana ante la segunda vuelta.
Incluso si los lepenistas no logran la mayoría, los resultados de las elecciones podrían marcar un hito histórico para el partido. Si logran alrededor de 200 escaños (la mayoría absoluta está en 289 escaños), será el mejor resultado de su historia. Esto obligará al resto de los partidos a buscar soluciones imaginativas, como una gran coalición anti-RN, en un país sin una práctica sólida de compromiso y coalición.
La historiadora y psicoanalista Élisabeth Roudinesco señala que Francia es un país de revoluciones y contrastes absolutos, y que la actual es una época de crisis en su funcionamiento político. La caída de los partidos de gobierno de derechas, Los Republicanos, y de izquierdas, el Partido Socialista, así como el surgimiento del nacionalpopulismo, han desencadenado esta crisis.
El ascenso del RN puede remontarse a 1972, cuando Jean-Marie Le Pen fundó el Frente Nacional (FN). Pero el partido ha evolucionado significativamente desde entonces, especialmente desde que su hija Marine tomó las riendas en 2011, cambió el nombre del partido y lo sacó del rincón de los apestados ideológicos.
Pascal Bruckner, ensayista, describe al RN como el partido de las víctimas, de la gente que se cree víctima. El partido ha agregado todas las insatisfacciones y ha promovido la idea de que representa a la «verdadera Francia».
La situación actual también está marcada por la actuación del presidente Emmanuel Macron. Su decisión inesperada de disolver la Asamblea Nacional y poner patas arriba el sistema ha contribuido a la crisis política. Además, la revuelta de los chalecos amarillos en 2018 y la reforma de las pensiones en 2022, que provocó protestas masivas, han alimentado el descontento popular.
En 2017, Macron prometió hacer «todo» para que «no haya ningún motivo para votar a los extremos». Sin embargo, siete años después, la extrema derecha ha obtenido más del 33% de los votos en la primera vuelta de las elecciones legislativas.
El desafío que se avecina para Francia es el de cómo salir de esta crisis. Michel Winock, historiador, teoriza que si Macron dimite, podría ser una catástrofe espantosa. Por otro lado, el país podría enfrentarse a un escenario de ingobernabilidad si no se logra una mayoría en el hemiciclo. Francia se encuentra en un cruce de caminos histórico y la dirección que tome en estas elecciones marcará su futuro político y social.