Disturbios xenófobos contra refugiados sirios se desatan en diversas ciudades turcas | Internacional

EL PAÍS

El reciente brote de violencia en Turquía y el norte de Siria, que ha resultado en la muerte de al menos cuatro personas y decenas de heridos, ha expuesto las crecientes tensiones y resentimientos contra los refugiados sirios que residen en Turquía. Esta oleada de violencia xenófoba se ha manifestado en diversas formas, desde el asalto a barrios de refugiados sirios y la destrucción de vehículos, hasta el ataque a puestos militares e instituciones en las zonas del norte de Siria controladas por Turquía y sus aliados locales.

La chispa que encendió estas tensiones fue un incidente en el que un grupo de ciudadanos turcos descubrió a un sirio abusando sexualmente de una niña de siete años en un baño público en Kayseri, una ciudad turca en Anatolia Central. Este hecho desató una serie de manifestaciones que se intensificaron con la circulación de un supuesto vídeo de la agresión en las redes sociales.

En respuesta a este incidente, cientos de jóvenes se congregaron en el barrio Danismentgazi de Kayseri, coreando consignas contra los refugiados sirios y atacando sus propiedades. Los agentes antidisturbios tardaron horas en contener la situación, a pesar de los intentos del director provincial de la policía por calmar a los manifestantes.

Las protestas se extendieron a localidades en las provincias de Idlib y Alepo, en el norte de Siria, controladas por Turquía desde 2016 para protegerlas de los ataques del régimen de Damasco y erradicar a las milicias kurdas. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), estas protestas se extendieron a 15 localidades, y en algunas, los puestos militares turcos fueron asaltados.

Las autoridades turcas han reaccionado cerrando los pasos fronterizos de Al Hamam y Bab al Hawa, una de las principales vías de acceso de ayuda humanitaria y suministros al norte de Siria. Además, el grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS) se prepara para enviar refuerzos desde Idlib, provincia bajo su control, a la vecina localidad de Afrin, controlada por Turquía, para sofocar las protestas.

Las manifestaciones antisirias en Turquía se extendieron durante la noche del lunes y madrugada del martes a barrios con presencia de refugiados en varias ciudades de Turquía. En estas protestas, se incendiaron vehículos y negocios sirios y se agredió a refugiados. Según el diario Cumhuriyet, en Gaziantep un sirio fue asaltado y acuchillado por la multitud.

Fehim Isa, comandante del Ejército Nacional Sirio, ha hecho un llamamiento a la calma y ha pedido “respeto” para la bandera y la presencia turca en el norte de Siria. Mientras, las autoridades turcas han capturado a los “provocadores” que alentaron las protestas y han detenido a 474 personas involucradas en los actos vandálicos.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha condenado la violencia y ha afirmado que es “inaceptable” y fruto de “los mensajes envenenados de la oposición”. Por su parte, el jefe de la oposición socialdemócrata, Özgür Özel, ha afirmado que lo ocurrido muestra “el hundimiento de las políticas sobre Siria y los refugiados” del Gobierno de Erdogan.

En Turquía viven más de tres millones de refugiados sirios que únicamente disponen de un estatus de “protección temporal” a raíz del pacto de 2016 para frenar la migración entre la UE y Ankara. Este acuerdo ha sido visto por parte de la sociedad turca como un intento de convertir a su país en un “almacén de refugiados”.

La situación económica en Turquía ha empeorado en el último lustro, y el Gobierno de Erdogan ha decretado medidas de austeridad para tratar de cuadrar las cuentas y rebajar la inflación. En los barrios obreros, la competencia es feroz entre los locales y los sirios, a muchos de los cuales se emplea sin papeles para poder pagarles salarios menores al mínimo estipulado.

Las últimas declaraciones de Erdogan favorables a entablar contactos con el presidente sirio, Bachar el Asad, para llegar a un posible acuerdo de paz han inflamado los ánimos ante la perspectiva de que el régimen pueda retomar el control de las zonas rebeldes, algo que subyace en las actuales protestas, según el activista turco-sirio Taha Elgazi.

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