Alemania autorizará deportaciones a Afganistán y Siria después del ataque islamista en Mannheim | Internacional

EL PAÍS

Alemania, en 2024, representa un cambio drástico en el panorama político del país que acogió a un millón de refugiados sirios hace casi una década. Con el auge de la ultraderecha y la llegada de un canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, ha anunciado una era de «tolerancia cero» con aquellos que «se aprovechen de la protección» que el país ofrece. En declaraciones recientes, Scholz ha indicado que Berlín quiere agilizar las deportaciones de delincuentes y sospechosos de radicalismo, incluso cuando sus lugares de origen son considerados inseguros, como Siria y Afganistán.

Un incidente reciente que ha intensificado esta postura es el caso del ataque de un hombre de 25 años, procedente de Afganistán, que vive en Alemania desde hace una década. El agresor atacó a miembros de una organización ultraderechista y antiislam llamada Pax Europa, además de herir a un policía, que murió dos días después. Este crimen ha conmocionado al país y ha aumentado la presión sobre el Gobierno de coalición para que acelere las deportaciones.

El anuncio de Scholz, presentado en el Bundestag, llega a escasos días de las elecciones europeas. Los sondeos sitúan a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en segundo o tercer lugar en intención de voto, después de dedicar toda su campaña a describir una Alemania desbordada por la inmigración y pasto de la violencia islamista.

El debate sobre la inmigración ha eclipsado muchos otros temas en la recta final de la campaña. Los Estados federados habían pedido al Ministerio del Interior que acelerara las deportaciones para que las personas cuya solicitud de asilo es rechazada no puedan permanecer en Alemania. El Gobierno de Scholz respondió con una ley que facilita enviar a los inmigrantes en situación irregular de vuelta a sus países, pero ha tenido poco impacto en la práctica.

“Estos delincuentes deben ser deportados, incluso si proceden de Siria y Afganistán”, afirmó Scholz en el Bundestag, apoyando las palabras de su ministra del Interior, la también socialdemócrata Nancy Faeser, quien dijo que iban a «estudiarlo». Sin embargo, establecer acuerdos con naciones vecinas de estos dos países no será fácil, ya que Alemania cortó relaciones con Afganistán en 2021, después de que los talibanes llegaran al poder.

Hasta ahora, la ley prohíbe las deportaciones a zonas de guerra. Si los afectados están amenazados de tortura, muerte u otro tipo de maltrato en su país de origen, no se les puede devolver allí. Esto está respaldado tanto por la Constitución alemana como por la Convención de Ginebra sobre el estatuto de los refugiados. Sin embargo, Alemania quiere abrir el camino a las excepciones.

“No se trata solo de personas que ya hayan cometido un delito, sino también de los extremistas. Quien ensalce el terrorismo va en contra de todos nuestros valores y también debería ser deportado”, afirmó Scholz. Faeser ya está buscando “vías factibles desde el punto de vista jurídico y práctico” para endurecer las leyes de expulsión.

El canciller también respondió a una petición de la oposición sobre la creación de “zonas libres de armas blancas”, como en los trenes o en los centros de las ciudades, con el fin de evitar este tipo de actos tan fáciles de perpetrar. Se crearán este tipo de zonas “en todo el país”, anunció en su comparecencia.

Algunas ciudades alemanas ya tienen estas zonas de prohibición de armas blancas. Si la Policía detecta a alguien con un cuchillo, se le pueden imponer multas de hasta 10.000 euros. El número de delitos en los que se utilizó un cuchillo u otro tipo de arma blanca aumentó un 50% el año pasado en el Estado de Renania del Norte-Westfalia, el más poblado del país.

Para el líder de la oposición, el democristiano Friedrich Merz, el Gobierno de Scholz debería usar los contactos que ha establecido con Afganistán para transferir 400 millones en ayuda al desarrollo para poner en marcha las expulsiones. “¿Por qué no se pueden usar esos contactos para deportar a criminales?”, cuestionó.

La formación ultraderechista AfD acusó a Scholz de inacción. “El agente estaría vivo si ustedes hubieran deportado al agresor”, le espetó la copresidenta del partido, Alice Weidel, al canciller. “Hay que cerrar las fronteras”, añadió Weidel, acusando a la coalición de socialdemócratas, verdes y liberales de “desproteger a los ciudadanos”.

En respuesta, el canciller tuvo palabras para AfD, que en la última encuesta de Insa para el diario Bild obtiene un 16% de la intención de voto en las europeas, solo por detrás del 31% de los democristianos de la CDU. Scholz criticó la cercanía del partido a Rusia y a Vladímir Putin. “Da vergüenza que hayan recibido grandes elogios por parte del presidente ruso”, les dijo.

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