Crónica del cierre de unas enormes elecciones en la sagrada Benarés, el fuerte bastión de Modi | Internacional

EL PAÍS

La ciudad sagrada de Benarés en la India amaneció el sábado con un calor incesante, marcando el último día del mayor proceso electoral del planeta. Un acto de democracia que comenzó hace seis semanas, en un ambiente sofocante que obligaba a los ciudadanos a acudir a las urnas como si acabaran de salir de una piscina. El primer ministro Narendra Modi se juega su asiento en la Lok Sabha, la Cámara baja del Parlamento, que será la encargada de investir al Gobierno.

En Nadesar, una intersección bulliciosa llena de rickshaws y bocinazos, se encuentran dos puestos de atención al público de los principales partidos contendientes: el Bharatiya Janata Party (BJP, Partido Popular Indio) de Modi y el opositor Partido del Congreso (PdC). Separados por apenas 20 metros, estos dos puestos actúan como un barómetro electoral.

El puesto del BJP, lleno de globos y de gente, es un hervidero de actividad. Los militantes locales, como Ratan Narayan Singh, de 52 años, están seguros de que Modi ganará por un millón de votos. Los militantes del BJP, fervorosos nacionalistas, no ven defectos en los 10 años de gobierno de Modi. En cambio, el puesto del PdC se encuentra en un estado de ánimo más apagado. Sus voluntarios se quejan de la falta de medios, incluyendo agua y ventiladores.

A pesar de las dificultades, los votantes acuden a los puestos para resolver sus dudas, preparar su documento de censo electoral y aprender a utilizar la máquina de votación electrónica. En el BJP, los votantes reciben un panfleto en el que Modi pide su amor y bendiciones para cumplir con los propósitos de sus compatriotas.

En la Universidad de Sánscrito, un motorista llamado Vipin Mausam Seth, de 35 años, y su grupo de amigos motorizados se presentan como «Modi lovers». Seth, un vendedor de té, cree que Modi tiene una conexión «directa» con la divinidad. A su lado, un grupo de funcionarias electorales se refugian bajo un árbol, quejándose de la falta de medios y de sus bajos salarios.

Al borde del cierre de las urnas, se produce un momento de caos en la madrasa (escuela coránica) Jamia Farooqia, en un barrio de mayoría musulmana. Un votante denuncia que, después de presionar el botón en la máquina, no ha visto caer su voto en la urna. Sin embargo, la situación se resuelve y el proceso electoral concluye a las seis en punto.

Al caer el sol, es hora de ir a la tetería Papu Ki Adhi, cerca de la ribera sagrada del Ganges. Los parroquianos siguen las encuestas a pie de urna, que pronostican una ventaja holgada para la coalición liderada por el BJP de Modi. Los resultados definitivos no se conocerán hasta el martes, cuando se realice el recuento.

Ajay Rai, candidato del PdC que compite contra Modi por el escaño de Varanasi, critica las encuestas y asegura que él saldrá elegido. Por otro lado, Hansraj Vishwakarma, presidente del BJP en Varanasi y miembro del Consejo Legislativo, está convencido de que su partido obtendrá un tercer mandato.

El calor sofocante, las acusaciones de corrupción y la expectativa de un cambio en las instituciones son solo algunos de los elementos que caracterizan este gigantesco proceso electoral. Sin duda, las elecciones en India son un reflejo de la complejidad y diversidad de su sociedad.

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