En un nuevo giro en la carrera espacial, Rusia ha anunciado que ha iniciado la construcción de una planta de energía nuclear lunar. Esta noticia es parte de una cooperación sin precedentes entre Rusia y China, que están trabajando conjuntamente para establecer la Estación Internacional de Investigación Lunar.
El director de Roscosmos, la agencia espacial rusa, Yuri Borisov, declaró que se espera que la construcción de esta infraestructura nuclear crítica se complete entre 2033 y 2035. Las implicaciones de este proyecto son profundas, ya que marca una competencia clara entre estos regímenes autoritarios y Occidente, en particular con los proyectos de la NASA para el desarrollo de la exploración lunar.
Esta cooperación entre China y Rusia también abarca áreas como la «seguridad del espacio exterior» y el desarrollo de «armas de inteligencia artificial», lo que resalta la importancia de esta alianza en el ámbito de la defensa y la investigación científica. La base lunar prevista cubrirá un área de casi cuatro millas, superando en tamaño a cualquier parque temático de Disney, y se centrará en el estudio de las propiedades únicas de la Luna.
Los desafíos técnicos son significativos, con las prolongadas noches lunares que duran aproximadamente 14 días terrestres, lo que hace inviable el uso de paneles solares. Como resultado, Borisov ha propuesto la energía nuclear como solución.
Además de la infraestructura, la colaboración entre Rusia y China también tiene un aspecto de seguridad y vigilancia. China planea utilizar su sistema de vigilancia Skynet en la Luna, un sistema que ha sido descrito como el más grande del mundo y diseñado para monitorear cada rincón de China.
La Estación Lunar Científica Internacional se construirá en dos etapas entre 2025 y 2035, lo que implicará el despliegue de varios módulos diseñados para resistir las duras condiciones lunares. Como Borisov destacó en abril, será necesario crear un suministro compacto, confiable y duradero de energía nuclear a largo plazo para que la base funcione.
Mientras Rusia y China delinean sus planes para la presencia lunar, la comunidad internacional observa atentamente. La posibilidad de una «fiebre del oro lunar», como lo ha mencionado la NASA, sugiere un futuro en el que los recursos lunares, desde minerales hasta helio-3, potencialmente revolucionario para la energía de fusión nuclear, podrían transformar la economía y la tecnología globales.
Sin embargo, la cuestión de quién «posee» los recursos lunares sigue siendo un tema de intenso debate. A pesar de ser considerado un bien común según el Tratado sobre el Espacio Exterior de 1966 de la ONU, la legalidad de su propiedad sigue siendo incierta.
La meta de Rusia de realizar más misiones lunares y la posibilidad de una misión conjunta tripulada por Rusia y China sugiere que la colaboración entre estas dos naciones podría extenderse más allá de la creación de una base. Esto, junto con los comentarios de AC Grayling sobre la emergencia de un «salvaje oeste espacial», plantea preguntas sobre la paz y la estabilidad terrestre en esta nueva arena de competencia global.
La nueva carrera espacial, con sus prometedores, pero potencialmente conflictivos premios, está marcando el inicio de una era en la que los recursos y la tecnología emergente de la Luna podrían convertirse en un catalizador para transformaciones sin precedentes en la vida en la Tierra y posiblemente más allá. Con ello, mientras Rusia y China avanzan en su proyecto lunar, el mundo mantiene la vista en los cielos, contemplando cómo esta colaboración podría redefinir el futuro de la humanidad en el espacio.