El reciente triunfo electoral del partido político de centro, Coalición Cívica (KO), liderado por el primer ministro Donald Tusk, en las elecciones europeas en Polonia, ha creado una atmósfera de triunfo entre el bloque centrista. Según las encuestas, el KO ha obtenido un 38,2% de los votos, superando a su rival más cercano, el partido ultranacionalista Ley y Justicia (PiS) de Jaroslaw Kaczynski, que ha obtenido el 33,9% de los votos.
La victoria de Tusk era esencial, ya que necesitaba reafirmar el triunfo que obtuvo en las elecciones que le llevaron al poder en octubre pasado. Este triunfo había quedado en duda tras su derrota en las elecciones municipales de abril. La victoria actual proporciona estabilidad y perspectiva a su heterogénea coalición de gobierno.
Sin embargo, la participación en estas elecciones ha sido muy baja, alcanzando sólo el 29%. Este desinterés por los asuntos europeos no ha sido revertido por el KO ni el PiS, a pesar de sus llamamientos para que la gente acudiera a las urnas. Los partidos pequeños tampoco han logrado aumentar el interés, ya que su influencia en el complejo entramado de alianzas de la Eurocámara es difícil de visualizar para el votante.
A pesar de la victoria de los liberales, el PiS es consciente de las oportunidades que le brindará el avance de la ultraderecha en Europa, que pronostican las encuestas. El ex primer ministro Mateusz Morawiecki ha expresado abiertamente la oportunidad de tomar el mando. Durante un encuentro con votantes, Morawiecki predijo un gran cambio en Europa y valoró que el grupo político que incluye a su partido tenga la oportunidad de co-crear la futura Comisión Europea.
El desapego de los polacos por las elecciones europeas tiene mucho que ver con la situación política interna y la indefinición de los temas en juego. A pesar de los intentos por crear la percepción de que estas eran unas elecciones históricas para Polonia, este argumento no caló entre los polacos ni se desarrolló consecuentemente por la clase política.
El debate obligado sobre la seguridad en Europa se desvió cuando el magistrado Tomasz Szmydt, ligado al PiS, huyó a Bielorrusia. Esto condujo a la creación de una comisión parlamentaria que investigará la influencia de Rusia en Polonia. Los servicios de inteligencia polacos creen que el juez Schmydt había estado en contacto durante varios años con la inteligencia bielorrusa y con agentes rusos en Polonia.
Tusk, que anteriormente sólo contaba con las armas parlamentarias como oposición, ahora como gobierno dispone de todos los instrumentos necesarios para fiscalizar la gestión anterior. Ha expuesto públicamente las corruptelas con dinero público. Al perder el poder, el PiS ha quedado expuesto.
Marcin Duma, presidente del Instituto de Investigación Social y de Mercados (IBRIS), sostiene que «cuando asoman los escándalos, se esconden los votantes». Esta ha sido la mejor estrategia del KO: desenmascarar a los patriotas de Jaroslaw Kazcynski, haciendo del PiS un partido vulnerable.