En enero, más de 100.000 hindúes de todas partes de India se congregaron en la ciudad de Ayodhya para presenciar la inauguración del nuevo templo hindú por el primer ministro Narendra Modi. Este nuevo lugar de culto, ahora conocido como el «Vaticano hindú», fue construido sobre las ruinas de una mezquita del siglo XVI, que fue destruida por radicales hindúes que afirmaban que había sido edificada por invasores musulmanes en el lugar de nacimiento de Lord Ram, una de las principales deidades hindúes.
La inauguración del templo fue una de las promesas electorales más antiguas de Modi, y su cumplimiento fue una estrategia calculada para aumentar su popularidad entre los votantes de la derecha nacionalista. Sin embargo, esta táctica también ha exacerbado aún más las divisiones religiosas en India, una nación que ya está profundamente dividida en términos de religión y etnia.
A medida que se daban a conocer los resultados de las elecciones más grandes del planeta, se produjo una sorpresa en Faizabad, el distrito electoral que incluye a la ciudad de Ayodhya. El gobernante Bharatiya Janata (BJP), el partido liderado por Modi, no obtuvo la mayoría de votos en la región. A pesar de la construcción del templo y una inversión de 3.850 millones de dólares para mejoras de infraestructura, como carreteras, un aeropuerto y una estación de tren, el BJP no arrasó en este feudo tradicional como se esperaba.
Además, Modi sufrió derrotas en varias regiones de uno de sus bastiones habituales, el estado norteño de Uttar Pradesh, que aporta el mayor número de escaños al Parlamento. El BJP solo pudo ganar 35 de los 80 escaños disponibles.
Modi, de 73 años, volvió a ganar las elecciones en India, el país más poblado del mundo. Sin embargo, a pesar de seguir siendo el político más popular del país, su liderazgo ha perdido fuerza. Los resultados han sido un duro golpe para él, especialmente después de haber dado por sentado que arrasaría en las urnas con una super mayoría de más de 400 escaños.
El BJP obtuvo 240 escaños de los 543 en juego en la Cámara Baja. Esta cifra está muy por debajo de los 272 escaños necesarios para obtener una mayoría parlamentaria, y supone una pérdida de 62 escaños en comparación con las elecciones de 2019.
A pesar de todo, Modi será nuevamente primer ministro, revalidando un tercer mandato gracias al apoyo de la alianza que forma con otros pequeños partidos de derecha. Por primera vez en su carrera, Modi depende de una coalición para gobernar, ya que el BJP no ha conseguido sumar una mayoría en solitario.
La coalición conocida como Alianza Democrática Nacional (NDA), formada por el BJP y sus socios, ha obtenido 293 escaños, suficientes para formar un gobierno sólido que liderará durante los próximos cinco años la economía de más rápido crecimiento en el mundo.
En Nueva Delhi, los periódicos locales reflejan la victoria de Modi, pero también destacan que los resultados han sido mucho más reñidos de lo previsto. También subrayan que Modi deberá renunciar a la política personalista a la que está acostumbrado y adoptar un enfoque más deliberativo en el que participen sus socios.
La principal formación de la oposición, el Partido del Congreso, obtuvo un mejor resultado del esperado, con 240 escaños. A pesar de su intento fallido de derrocar a Modi, algunos legisladores de este grupo consideran que han logrado una «victoria moral», mostrando que existe otra India que está cansada de un primer ministro con tendencias autoritarias.
Las elecciones también han revelado que la estrategia de polarización religiosa de Modi no ha funcionado como se esperaba. Además, ha tenido que lidiar con el desgaste que conlleva estar 10 años al frente de un vasto y diverso país que también tiene muchos problemas de inflación, desempleo y crecientes desigualdades entre ricos y pobres.
Entre los nuevos y polémicos rostros que llegarán al Parlamento se encuentran la estrella de Bollywood Kangana Ranaut, candidata del BJP, y Sarabjit Singh Khalsa, un candidato independiente que ganó en el estado de Punjab y que es hijo de uno de los dos guardaespaldas que asesinaron a la primera ministra Indira Gandhi en 1984.