El mundo de la política mexicana está experimentando un cambio de marea, con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador, en el centro de este cambio. Morena, que celebra su primera década este año, ha ganado la presidencia por segunda vez, con Claudia Sheinbaum saliendo victoriosa en las elecciones del domingo. Esto marca un hito significativo para el partido, que también logró la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, un logro que no habían alcanzado antes.
Morena ahora lidera el gobierno en 24 de los 32 estados de México, un logro notable para un partido tan joven. Los analistas sugieren que el aumento del apoyo para Morena ha modificado el sistema de partidos en México, dando lugar a un partido con una gran representación y una oposición reducida a mínimos históricos. Esta es una indicación de que los ciudadanos mexicanos respaldan en gran medida la agenda de Morena y su enfoque para gobernar el país.
El origen de Morena se puede rastrear hasta las luchas civiles lideradas por López Obrador en 2005, cuando era jefe de gobierno de la capital. López Obrador ha sido una figura central en el ascenso de Morena, liderando varios movimientos sociales antes de decidir convertir estos movimientos en un partido político. Este enfoque ha permitido a Morena participar en elecciones y disputar el poder a través de instituciones democráticas.
Las recientes elecciones representaron un hito para Morena. A pesar de que López Obrador no estaba en la boleta electoral, hubo una participación ciudadana sin precedentes y Sheinbaum obtuvo más votos que López Obrador hace seis años. Esto indica que el movimiento político ha logrado separarse de la figura del presidente y fundador.
Morena ha sido capaz de ocupar un vacío en el sistema político mexicano, representando a la clase trabajadora, un grupo demográfico que ha sido en gran medida ignorado por los partidos proempresariales desde el 2000. Esta falta de representación ha permitido a Morena ganar un considerable apoyo entre las clases trabajadoras y más vulnerables.
Es importante señalar que la dominancia de Morena no equivale a la hegemonía que el PRI disfrutó durante el siglo XX. Aunque la oposición es débil en este momento, no ha sido impulsada desde el poder. Esta es una diferencia sustancial de la época del partido único, cuando se promovieron activamente nuevas opciones políticas para simular una democracia.
Una distinción clave entre la era del PRI y la actual es que las prácticas democráticas en México han mejorado, dificultando los fraudes electorales que eran comunes en el pasado. A pesar de su dominio, Morena no es hegemónico, ya que no es el único jugador en el espectro político mexicano. La dominancia de Morena se logra a través de una democracia de alta participación y un apoyo ciudadano legítimo.
A pesar del éxito de Morena, hay problemas importantes que deben abordarse en México, en particular la inseguridad y la violencia. Más de 30 candidatos fueron asesinados en las recientes elecciones y hubo áreas donde las elecciones no pudieron llevarse a cabo. Además, Morena, aunque ha demostrado ser eficaz para acceder al poder, aún debe demostrar que puede gobernar eficazmente.
Finalmente, la consolidación de Morena como el partido dominante plantea un dilema para la oposición. Deben decidir entre mantener su retórica actual o reformarse para competir de manera más efectiva con Morena. Es posible que veamos la aparición de nuevos movimientos y líderes en el futuro para desafiar la dominancia de Morena.