Desde febrero de 2027, todos los coches eléctricos vendidos en Europa deben tener un «pasaporte de batería», un concepto novedoso que busca aumentar la transparencia y el control sobre la producción y el uso de las baterías en estos vehículos. Este pasaporte deberá incluir detalles sobre la composición de las baterías, el origen de las materias primas utilizadas, su huella de carbono y el porcentaje de elementos utilizados. Volvo ha tomado la delantera en esta iniciativa y ha anunciado que su próximo modelo, el SUV eléctrico EX90, será el primero en incorporar este pasaporte.
El SUV eléctrico EX90 se producirá en la planta de la compañía en Charleston, Carolina del Sur, y se distribuirá tanto en Estados Unidos como en Europa, los dos mercados principales de Volvo. Vanessa Butani, máxima responsable en materia de sostenibilidad en Volvo, afirmó que el pasaporte de batería se implementará en todos los coches eléctricos de su gama. Esto es un paso importante en la hoja de ruta de Volvo, que tiene como objetivo vender solo coches eléctricos para 2030.
El pasaporte de la batería estará accesible mediante un código QR que se colocará en la puerta del conductor, de la misma manera que se encuentra la pegatina que indica las presiones de los neumáticos recomendadas por el fabricante. Aunque esta medida es obligatoria para Europa, también es de interés en Estados Unidos en relación con las ayudas estatales bajo la Ley de Reducción de la Inflación.
El desarrollo del pasaporte de la batería fue posible gracias al trabajo conjunto de Geely, propietaria de Volvo, y la startup británica Circulor. Esta última tiene la capacidad de rastrear el origen de los materiales desde el lugar de extracción hasta la batería de cada coche, permitiendo una revisión completa de la cadena de montaje del vehículo y la calculación del porcentaje de energía producido con fuentes renovables para determinar la huella de carbono total. Esto también implica tener un control sobre cada uno de los proveedores.
Volvo ha trabajado durante varios años e invertido en Circulor para tener este pasaporte de baterías a tiempo. Con él, la empresa busca aumentar la transparencia hacia sus clientes y adelantarse a las exigencias legales en una Europa cada vez más restrictiva en este aspecto.
El pasaporte de la batería también ofrece información sobre el estado real de las baterías, lo que puede ser muy útil a la hora de valorar el coche en el mercado de segunda mano. Cada pasaporte de batería le cuesta a Volvo alrededor de diez dólares, una inversión que la empresa está dispuesta a hacer para garantizar la sostenibilidad y la transparencia en sus vehículos eléctricos.
En resumen, el pasaporte de batería representa un paso importante en la transparencia y la responsabilidad medioambiental para los coches eléctricos. Volvo está liderando el camino en esta iniciativa, y es probable que otras empresas de automóviles sigan su ejemplo en el futuro. Mientras que la adopción de coches eléctricos sigue creciendo, estas medidas ayudarán a garantizar que la producción y el uso de estos vehículos sean lo más sostenibles y responsables posible.