En un mundo donde la industria automovilística parece estar avanzando inexorablemente hacia un futuro eléctrico, una curiosa paradoja ha surgido. Mientras que muchos veían el motor térmico condenado a desaparecer, se ha producido una inesperada y nueva edad dorada de los motores V12. Esta tendencia está siendo impulsada por la élite de la industria automovilística, aquellos fabricantes que se encuentran en el extremo superior del espectro de precios y que, irónicamente, insisten en que sus clientes no están particularmente interesados en los vehículos eléctricos.
No todos los fabricantes de automóviles de gran volumen están dispuestos o pueden permitirse participar en esta resurgencia de los motores V12. Bentley, por ejemplo, ha puesto fin recientemente a la producción de su motor W12. Sin embargo, los competidores directos como Ferrari, Lamborghini y Aston Martin han reafirmado su compromiso total y absoluto con la supervivencia del motor V12.
Para entender este fenómeno, debemos mirar más allá de las simples medidas de rendimiento o innovación tecnológica. Conducir un coche con un motor de 12 cilindros es un símbolo de exclusividad, de prestigio, de linaje. Es algo que los fabricantes de automóviles saben cómo capitalizar, reforzando su imagen de marca cada vez que presentan una nueva evolución de estos motores. Esto ha quedado demostrado con el reciente lanzamiento de modelos como el Lamborghini Revuelto, el Ferrari 12Cilindri o el próximo Aston Martin Vanquish.
Cada fabricante ha adoptado su propio enfoque para preservar y mejorar su motor de doce cilindros. Lamborghini, por ejemplo, se ha decantado por la electrificación. Aston Martin ha optado por la eficiencia y el poder a través de la turboalimentación. Por otro lado, Ferrari se ha destacado por su purismo, rechazando cualquier tipo de electrificación o sobrealimentación para seguir ofreciendo un motor V12 atmosférico capaz de girar a 9.500 rpm.
Más allá de estos fabricantes, hay empresas aún más elitistas, como Pagani o GMA, que producen sólo unas pocas decenas de coches al año. Pero su compromiso con los motores V12 es el mismo. Se trata del máximo estandarte del rendimiento y la exclusividad en términos automovilísticos, y están dispuestos a hacer todo lo posible para garantizar su supervivencia. Estos fabricantes también están dispuestos a explorar todas las estrategias posibles para garantizar la supervivencia de sus motores preferidos, lo que demuestra claramente que estos se han convertido en un símbolo que los clientes demandan y, lo más importante, por el que están dispuestos a pagar.
A pesar de que el objetivo final de la industria automovilística en su conjunto es la electrificación, la nueva edad dorada de los motores V12 demuestra que el final de estos potentes propulsores no parece estar tan cerca como se presagiaba. Con una demanda que no deja de crecer y la aparición de los combustibles sintéticos, que podrían ser el aliado perfecto para asegurar su supervivencia, es posible que los motores V12 nunca lleguen a desaparecer.