El 8 de junio de 1972, cerca de Trang Bang en Vietnam del Sur, Kim Phuc, una niña de 9 años, fue fotografiada gritando de dolor tras ser quemada con napalm. Esta imagen, capturada por Nick Ut y posteriormente publicada en la portada del New York Times, tuvo un impacto mundial. Años más tarde, el 26 de mayo de 2024, una escena similar se vivió en un campo de refugiados de Rafah, Gaza, donde un padre fue captado sosteniendo el cuerpo decapitado de su hijo, rodeado por cuerpos desmembrados por las bombas.
Ambas imágenes, aunque separadas por más de cinco décadas y miles de kilómetros, simbolizan el horror de la guerra y la resistencia de las poblaciones civiles frente a la violencia militar. Cada una de estas fotografías provocó una reacción significativa en la opinión pública a nivel mundial, intensificando el movimiento antibelicista y provocando un cambio en la percepción del público hacia estas guerras.
Después de la publicación del vídeo de la masacre de Gaza en las redes sociales, miles de manifestantes salieron a las calles de París en protesta. Durante la semana siguiente, las manifestaciones se multiplicaron en toda Francia, incluyendo ciudades como Lyon y Marsella. El sábado, más de 30,000 personas se reunieron en la capital francesa en respuesta a una convocatoria de la Acción Antifascista de París Banlieue (AFA). También hubo manifestaciones en otras ciudades del país, con miles de personas movilizándose en Lyon, Toulouse, Montpellier, Perpiñán, Rennes, y Marsella.
En estas manifestaciones, los jóvenes estuvieron en primera línea, recordando las movilizaciones de Black Lives Matter en Francia en el verano de 2020. Este cambio cualitativo en la movilización ha sido notable, ya que la solidaridad con Palestina se había expresado casi exclusivamente en los campus universitarios y a escala vanguardista en los meses previos.
Este aumento en la movilización ha intensificado la presión sobre el gobierno de Emmanuel Macron, que la semana pasada optó por distanciarse de la perspectiva de reconocer un Estado palestino y corre el riesgo de sufrir un revés en las elecciones europeas. En respuesta a las protestas, Macron anunció que hablaría sobre la «actualidad internacional» en las «20 heures» de France 2 y TF1.
Mientras los jóvenes salen a la calle, las direcciones sindicales también parecen haber cambiado algo su actitud: la dirección de la Confederación General de los Trabajadores (CGT) ha decidido llamar a la movilización a nivel confederal el 8 de Junio.
A una semana de las elecciones europeas, cuyo resultado parece globalmente reaccionario, la politización de amplios sectores de la juventud en solidaridad con Palestina es una oportunidad para empezar a cambiar la dinámica social en el país tras un «año negro» de ofensivas contra los derechos sociales. En un momento en que la extrema derecha podría triunfar en las elecciones, el movimiento obrero debe tratar de vincular las movilizaciones por Palestina a la construcción de una respuesta global a las ofensivas del gobierno contra los derechos de los trabajadores.
El movimiento por Palestina debe ir más allá del desafío a las instituciones internacionales y desarrollar sus propias perspectivas y un programa claro contra el gobierno y el imperialismo. Para ello es necesario avanzar en la estructuración de la movilización desde abajo. Por el momento, en el espacio de una semana, la movilización en apoyo a Palestina ya ha ayudado a aflojar parcialmente el dominio reaccionario sobre el país.