El mundo laboral ha experimentado cambios significativos en los últimos años, especialmente en relación con el control de asistencia. Lo que comenzó con métodos tradicionales como el registro manual o el uso de tarjetas, ha evolucionado hacia soluciones tecnológicas avanzadas que ofrecen mayor precisión y eficiencia. Sin embargo, estos avances también han planteado nuevos desafíos en términos de seguridad y privacidad de datos.
La huella dactilar y el reconocimiento facial se han convertido en herramientas comunes para el registro de asistencia, proporcionando una solución eficaz para evitar el fraude y asegurar que el registro sea realizado por la persona correcta. Sin embargo, la recopilación y almacenamiento de datos biométricos sensibles plantean problemas significativos de privacidad y requieren un manejo cuidadoso. Estos métodos son considerados de «alto riesgo» debido a la naturaleza sensible de los datos recopilados.
La geolocalización es otra herramienta que ha ganado popularidad con el auge del trabajo remoto. Esta tecnología puede ser útil para verificar la ubicación de los colaboradores durante su jornada laboral. Sin embargo, también genera preocupaciones sobre la vigilancia excesiva e incluso en la intrusión de la vida privada de los colaboradores.
Es importante destacar que la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha cambiado recientemente su postura sobre el uso de sistemas biométricos por parte de las empresas. Según su reciente «Guía Tratamientos de control de presencia mediante sistemas biométricos», estos sistemas serán considerados prohibidos, excepto en circunstancias excepcionales que justifiquen su uso sobre otros métodos menos invasivos.
Este cambio se debe a la rápida evolución de la tecnología biométrica, que ahora permite recoger información sin la cooperación o conocimiento de la persona, y al potencial uso de inteligencia artificial para inferir información adicional sobre ellas.
Este cambio de criterio tiene implicaciones importantes para las empresas. El consentimiento previamente considerado suficiente para legitimar el uso de sistemas biométricos ya no es visto como tal si no hay otras alternativas disponibles. La AEPD argumenta que existe un desequilibrio de poder entre colaboradores y empleadores que hace que el consentimiento no se proporcione libremente.
Además, se recalca que el tratamiento de datos biométricos es de alto riesgo y requiere de una justificación sólida más allá de la conveniencia económica o simplicidad de implementación. Este cambio pone a muchas empresas en riesgo de incumplimiento, generando posibles sanciones y la potencial exigencia de indemnizaciones por parte de los colaboradores afectados por el uso indebido de los controles biométricos.
En este contexto, es crucial encontrar el equilibrio adecuado entre aprovechar las ventajas de las tecnologías de marcaje digital y proteger la privacidad de los colaboradores. Las empresas deben implementar estas tecnologías de manera responsable, asegurando que la recopilación de datos se limite a lo estrictamente necesario y que se tomen medidas adecuadas para protegerlos.
Las soluciones ofrecidas por empresas como Talana pueden ser de gran ayuda en este aspecto. Proporcionan plataformas de gestión de recursos humanos que integran prácticas de seguridad de datos de vanguardia, facilitando a las empresas la adopción de tecnologías de marcaje digital de manera segura y conforme a la legislación. Este enfoque no solo mejora la eficiencia operativa sino que también fortalece la confianza de los colaboradores en el compromiso de su empleador con la protección de su privacidad.