El 4 de febrero, Nayib Bukele triunfó en las elecciones de El Salvador, y este sábado asumió un segundo mandato con la promesa de aniquilar a las pandillas. «Esperen a ver lo que vamos a hacer en los próximos cinco años porque seguiremos haciendo lo imposible», dijo un eufórico Bukele, cuyo partido, Nuevas Ideas, cuenta con mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa.
El acto de posesión se llevó a cabo en el Centro Histórico de San Salvador, y contó con la presencia de varios presidentes de América Latina, incluyendo al argentino Javier Milei, y al Rey Felipe VI de España, quien visitó el país centroamericano por primera vez desde que asumió el trono.
Bukele sucedió a Salvador Sánchez Cerén en 2019 y, a pesar de que varios artículos de la Constitución prohíben la reelección, logró esquivar esta restricción con una licencia de seis meses fuera del poder. En 2019, Bukele hizo historia al convertirse en el presidente más joven del país y romper el bipartidismo entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que dominaron el gobierno durante 30 años.
Durante su primer mandato, Bukele implementó el Plan de Control Territorial, que ha militarizado las calles desde 2019, y el Régimen de Excepción, que se ha prorrogado mensualmente desde marzo de 2022. Ambas medidas han sido parte de su estrategia para combatir a las pandillas, a las que Bukele se refiere como un «cáncer con metástasis».
Durante su discurso en la toma de posesión, Bukele enfatizó que El Salvador es ahora el «país más seguro de todo el hemisferio occidental con una reducción del 97% en los homicidios«. Sin embargo, también reconoció que la sociedad salvadoreña «sigue enferma» y se comprometió a enfocarse «de lleno en los problemas importantes empezando por la economía«.
En cuanto a la situación económica del país, Bukele advirtió que podría ser necesario tomar «medicina amarga» para sanar la economía. Instó a sus ciudadanos a defender «sin titubeos» cada una de las decisiones que tome el Gobierno, prometiendo que «así como hicimos este país seguro, lo vamos a hacer próspero».
Pero mientras Bukele celebra su victoria, organizaciones de derechos humanos como Socorro Jurídico Humanitario han denunciado que, desde que se inició el Régimen de Excepción en marzo de 2022, se han registrado 301 muertes en las cárceles del país. Además, se han detenido a cerca de 80.000 personas acusadas de formar parte de las pandillas.
Amnistía Internacional también ha criticado las medidas de Bukele, denunciando «detenciones arbitrarias, juicios injustos, torturas dentro de las prisiones, condiciones carcelarias inhumanas y persecución de personas solo por el lugar donde viven o por tener tatuajes».
Además de estos problemas, la pobreza en El Salvador ha aumentado durante el gobierno de Bukele. Una encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública reveló que tres de cada diez personas consideran que el principal problema que enfrenta El Salvador es la economía, y el desempleo se sitúa en un 17.3%.
Por lo tanto, a pesar de sus avances en la seguridad, Bukele se enfrenta al desafío de mejorar la economía y aumentar los salarios para combatir la inflación y la emigración. Se estima que 2.9 millones de salvadoreños residen en EEUU, lo que representa la tercera población hispana más grande en ese país.
Más allá de la guerra contra las pandillas, Bukele debe abordar la pobreza que afecta a tres de cada diez salvadoreños y la extrema pobreza que sufre uno de cada diez, según datos de 2022 de la Comisión Económica para América Latina.