El jueves pasado, Argentina perdió a una de sus más destacadas defensoras de los derechos humanos. Nora de Cortiñas, cofundadora de las Madres de Plaza de Mayo, falleció en Buenos Aires a la edad de 94 años. Su muerte, junto con la de Hebe de Bonafini en noviembre de 2022, marca el fin de una era, ya que ambas mujeres fueron las fundadoras de las Madres en 1977. Este movimiento se creó para exigir respuestas sobre el paradero de sus hijos, quienes desaparecieron durante la dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983.
Nora de Cortiñas llevó una vida bastante tradicional antes de la desaparición de su hijo. Casada con Carlos Cortiñas a una temprana edad, tuvieron dos hijos, Carlos Gustavo y Marcelo Horacio. Durante ese tiempo, trabajaba desde casa como profesora de alta costura, enseñando a muchas jóvenes a coser. Pero su vida tranquila se interrumpió abruptamente el 15 de abril de 1977, cuando su hijo mayor, Carlos Gustavo, fue secuestrado en la estación de trenes cercana a su casa. Carlos Gustavo era estudiante de Ciencias Económicas y miembro activo de la Juventud Peronista.
A raíz de su desaparición, Nora de Cortiñas y otras madres y padres en la misma situación comenzaron a reunirse para compartir su dolor y buscar respuestas. Eran personas de diferentes creencias políticas y religiosas unidas por una tragedia común y una búsqueda incansable.
Con el tiempo, las Madres de Plaza de Mayo se dividieron en dos facciones. De Bonafini lideró la facción más radical, mientras que Cortiñas y Taty Almeida lideraron la «Línea Fundadora», que adoptó un enfoque más dialoguista.
Dos días después del balotaje que llevó a Javier Milei a la presidencia, Cortiñas expresó su deseo de dialogar con él para continuar impulsando la averiguación del paradero de los desaparecidos. Sin embargo, el presidente, que ha mostrado poco interés en el tema, nunca llegó a recibir a la histórica activista por los derechos humanos.
A lo largo de los años, Nora de Cortiñas viajó por el mundo contando la historia de su hijo y de tantos otros desaparecidos de los que nunca se volvió a saber nada. Su incansable lucha por la verdad y la justicia ha dejado una huella indeleble en la historia de Argentina y del mundo. Su legado perdurará como un recordatorio del valor de la resistencia pacífica en la lucha por los derechos humanos.