La cuestión sobre el estatus del idioma ruso en Ucrania se ha convertido en un motivo constante de tensión y conflicto. Una figura clave en esta polémica ha sido la controvertida exdiputada y profesora de lengua ucraniana, Iryna Farion, quien fue despedida de su puesto de trabajo el año pasado por menospreciar a los ucranianos que hablan ruso.
La controversia de Farion se centró en cuestionar el patriotismo de los soldados ucranianos de habla rusa. En una entrevista televisiva en noviembre, afirmó que no consideraba ucranianos a los miembros de las Fuerzas Armadas que hablaban en el idioma de Pushkin. Pero lo que realmente llevó a Farion a ser el centro de atención de la justicia fue su decision de publicar en un canal de Telegram una carta del estudiante de Crimea, Maxim Glebov.
Glebov apoyaba la postura de Farion, a quien describía como un «rayo de luz en la oscuridad de la ocupación». Creía que Ucrania y su idioma debían prevalecer. Pero Farion cometió un error al revelar los datos de Glebov, tras lo cual fue detenido por la policía rusa. Siguiendo la tradición represiva del putinismo, Glebov fue obligado a publicar un video pidiendo disculpas.
Tras estos eventos, el Servicio de Seguridad de Ucrania inició un proceso penal contra Farion. El Politécnico de Lviv, donde Farion enseñaba, rescindió su contrato. Para entonces, Farion ya había despreciado a la Brigada Azov, que defendió Mariupol en una resistencia agónica y desafiante, simplemente porque muchos de sus integrantes hablaban en ruso.
Gran parte de los ucranianos son bilingües, pero algunos utilizan el ruso como primera lengua y hay quienes no hablan ucraniano o no pueden escribirlo correctamente. En algunas zonas del país se habla surzhyk, una mezcla de ambos idiomas. Durante el dominio soviético y ruso, se dio prioridad al idioma ruso y se reprimió el ucraniano. En este proceso, algunos ucranianos, incluida la propia Iryna Farion, colaboraron en la promoción de la lengua rusa entre los extranjeros.
Farion, sin embargo, no ha cambiado su postura. Sigue siendo una ultranacionalista que aboga por la abolición total del idioma ruso en Ucrania. Su actitud inflexible ha provocado protestas incluso en Lviv, la ciudad que es el principal exponente del nacionalismo ucraniano. Estudiantes del Politécnico de Lviv, de la Universidad Nacional Ivan Franko de Lviv y de otras ciudades como la Universidad Nacional de Tecnología y Diseño de Kiev protestaron contra Farion el año pasado.
Fue en medio de esta tormenta de indignación que Farion fue despedida de la institución donde había trabajado durante 30 años. Sin embargo, recientemente, un tribunal ucraniano ha dictaminado que se le debe devolver su puesto y que se le deben pagar los salarios correspondientes al periodo de ausencia forzosa de noviembre de 2023 al 29 de mayo de este año, lo que suma unos 2.700 euros. Cuando se le preguntó si volvería a la universidad, Farion declaró que lo estaba considerando. Pero, por ahora, parece dispuesta a aceptar el dinero sin preguntar qué idioma habla el que se lo da.