El fin de semana pasado, los usuarios de Facebook e Instagram, las redes sociales estrella de Meta, se encontraron con un sorprendente anuncio: a partir del 26 de junio, sus datos personales se utilizarán para entrenar los modelos de Inteligencia Artificial (IA) de la compañía. La noticia ha generado un aluvión de comentarios y discusiones en la red, con muchos usuarios alarmados y molestos por esta repentina invasión de su privacidad.
Meta, la empresa de tecnología que posee Facebook e Instagram, ha estado trabajando en el desarrollo de su propia IA. Sin embargo, la decisión de utilizar los datos de los usuarios para entrenar sus modelos ha sido objeto de un intenso escrutinio. Los usuarios que no deseen que sus datos sean utilizados para este propósito pueden optar por no hacerlo, pero el proceso para hacerlo es bastante complicado, según informa el anuncio de la compañía.
El anuncio de Meta ha provocado reacciones de descontento entre los usuarios que valoran su privacidad, quienes se niegan a permitir que una empresa privada utilice sus textos e imágenes para entrenar sus modelos de IA. Sin embargo, las quejas no se deben únicamente a la defensa de la privacidad de los usuarios. Existen sectores profesionales, como el de los ilustradores y artistas, que perciben esta nueva política de Meta como un ataque a su trabajo.
En Estados Unidos, un grupo de creadores capitaneado por Karla Ortiz ha presentado una demanda contra Stability AI (empresa responsable de Stable Diffusion), Midjourney y DeviantArt por utilizar sus trabajos sin su consentimiento. Estos artistas están enzarzados en una batalla legal contra varias herramientas de IA generativa que se aprovechan de su trabajo.
La controversia también ha alcanzado a los expertos legales. Jorge García Herrero, abogado especializado en protección de datos, opina que Meta debe demostrar que sus intereses prevalecen sobre los derechos de los usuarios para hacer lo que pretende hacer. Según él, es evidente que quien subiera sus textos hace diez años no esperaba que iban a servir para entrenar modelos de IA, ni que sus fotos iban a servir para perfeccionar modelos de reconocimiento facial.
Para García Herrero, Meta debería, como mínimo, garantizar a los usuarios que pueden oponerse al tratamiento de sus datos. Esto implicaría un tiempo razonable entre el anuncio de la medida y su entrada en vigor, un proceso sencillo de oposición y una garantía de que esa oposición será respetada por la organización responsable.
Sin embargo, el proceso para optar por no participar en el entrenamiento de la IA de Meta es diferente en Facebook e Instagram, y no es precisamente sencillo. En Facebook, los usuarios deben navegar a través de varias opciones de configuración para finalmente llegar a un formulario que deben completar para expresar su oposición. En Instagram, los pasos son similares, pero se inician en la aplicación móvil.
Muchos usuarios han compartido en las redes sociales que, después de seguir todo este proceso, reciben una respuesta negativa. Para evitar esto, en el caso de los ciudadanos de la UE, es importante mencionar el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en el formulario que hay que completar. El RGPD obliga a las empresas digitales a informar a los usuarios sobre lo que van a hacer con sus datos, y otorga a estos el derecho a bloquear el uso de esos datos cuando lo consideren oportuno.
El debate en torno a la política de Meta de utilizar los datos de los usuarios para entrenar sus modelos de IA está lejos de terminar. Mientras tanto, muchos usuarios se encuentran en una situación incómoda, atrapados entre su deseo de proteger su privacidad y la complejidad del proceso para oponerse a esta práctica.