El escenario político en Centroamérica está cada vez más tenso, especialmente en Nicaragua, donde el Daniel Ortega, el líder sandinista, ha hecho un movimiento definitivo contra su propio hermano, Humberto Ortega. Daniel Ortega ha acusado a su hermano de traición a la patria, un acto que podría abrir la puerta a su encarcelamiento.
La acusación de Daniel Ortega contra su hermano se basa en un acto que tuvo lugar hace 32 años durante el gobierno de Violeta Chamorro. Durante este período, Humberto Ortega era el jefe del Ejército y había entregado una medalla al agregado militar estadounidense. Esta decisión fue una de las condiciones para la transición a la democracia en los años 90, y Humberto Ortega debía permanecer al frente del Ejército.
Daniel Ortega ha denunciado este acto como una traición, diciendo: «Qué vergüenza, una traición a la patria! Un sacrilegio. Eso despertó mucho malestar, mucha protesta, mucho rechazo. Una acción de traición vendepatria! Ya desde entonces el jefe del Ejército tenía entregada su alma al diablo.»
Estas palabras de Daniel Ortega parecen reflejar su visión de un ‘sueño’ similar a la dinastía norcoreana Kim, que él mismo parece estar intentando imponer en Centroamérica. Esta ‘purga’ dentro de su propia familia es una táctica que parece sacada directamente del libro de jugadas de sus aliados asiáticos.
Pero, ¿qué ha cambiado exactamente en la relación entre los dos hermanos? En una entrevista reciente con el medio argentino Infobae, Humberto Ortega expresó dudas sobre la ‘arquitectura dinástica’ que su hermano y su cuñada, la copresidenta Rosario Murillo, han estado construyendo. Los dos han predestinado a su hijo Laureano para ser el próximo líder nacional, una decisión que Humberto Ortega parece ver con escepticismo.
Humberto Ortega dijo: «Sin Daniel veo muy difícil que haya dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular y más difícil en la familia. Hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni (el dictador) Somoza pudo establecer a su hijo».
Humberto Ortega también sugirió que el Ejército debería conducir a una transición nacional con elecciones en un año. Tal audacia le costó su arresto domiciliario, a pesar de su avanzada edad de 77 años y su delicado estado de salud.
En la ceremonia en la que Daniel Ortega acusó a su hermano de traición, estaba acompañado de su esposa, Rosario Murillo, quien ha sido una acérrima enemiga de Humberto Ortega durante años. Murillo fue elogiada por su marido por haberse opuesto a la condecoración desde el primer día.
También asistieron a la ceremonia los jefes del Ejército y de la Policía, quienes presenciaron la retirada solemne de la condecoración impuesta al «militar yanqui» hace 32 años. Este acto simbólico parece subrayar la creciente tensión dentro de la dinastía Ortega y, más ampliamente, dentro de la política nicaragüense.
Habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos en Nicaragua tras esta acusación de traición. Sin embargo, está claro que la relación entre los hermanos Ortega ha cambiado, y que la dinámica política en Nicaragua está en un estado de constante evolución.