El Parlamento de Georgia, en una acción que ha sumergido al país del sur del Cáucaso en una crisis, ha votado a favor de anular el veto presidencial al proyecto de ley sobre «agentes extranjeros». Esta medida ha sido tomada por la coalición gobernante ignorando las protestas en la calle y las críticas de Occidente, que denuncian que la ley es autoritaria y una réplica de las leyes represivas de Rusia.
Desde el mediodía, miles de personas se congregaron cerca del Parlamento de Georgia para protestar contra la ley sobre agentes extranjeros. La ley, que fue discutida durante el día en una sesión plenaria, fue aprobada debido al amplio apoyo progubernamental en la cámara georgiana. Desde el principio, se esperaba que la mayoría parlamentaria anulara el veto de la ley por parte de la presidenta, Salom Zourabichvili, dando así luz verde a su adopción definitiva.
El día anterior, el comité jurídico del Parlamento preparó el terreno y recomendó que se anulara el veto de la presidenta del país a la ley sobre agentes extranjeros. La ley obliga a los medios de comunicación y a las organizaciones no gubernamentales que reciban al menos el 20% de su financiación del extranjero a registrarse como agentes «dedicados a los intereses de potencias extranjeras».
El gobierno defiende la ley como necesaria para salvaguardar la soberanía. Por otro lado, la oposición, apoyada por miles de manifestantes en las últimas semanas, considera que es una ley inspirada en Rusia que alejará al país de una posible integración en la Unión Europea. El gobierno no ha detallado a qué obligaciones estarán sujetos los que entren en esa lista. Sin embargo, las organizaciones que caigan en esa categoría tendrán que enfrentarse a pesadas cláusulas de divulgación y a posibles multas en caso de infracciones.
El presidente del Parlamento, Shalva Papuashvili, dijo antes de la crucial votación, que el Parlamento «superaría definitivamente el veto» en la sesión plenaria. Papuashvili prohibió a los periodistas la entrada al parlamento de forma indefinida, tras firmar una orden que elevaba el nivel de seguridad del recinto.
Por su parte, la presidenta Zourabichvili continúa con su iniciativa de formar un gobierno temporal de oposición tras las elecciones de octubre, con el objetivo de realizar reformas. Al menos ocho partidos de la oposición se han comprometido a sumarse a su iniciativa.
El enfrentamiento del gobierno con los sectores más críticos de la sociedad ha elevado la tensión en Tbilisi. El director del Departamento de Operaciones Especiales del Ministerio del Interior, Zviad ‘Khareba’ Kharazishvili, admitió haber golpeado a ciudadanos, pero se escudó en que eran ‘escoria’.
Kharazishvili respondió a una pregunta del canal Pirveli TV, que le preguntó si iba a golpear a los jóvenes tras la votación. «Yo no golpeo a los jóvenes, golpeo a la escoria. Aquí tenemos una lista, en un rato les mostraré», amenazó. Tamar Kordzaia, parlamentaria de la oposición, ha pedido a los parlamentarios que apelen al gobierno para que suspenda a Zviad ‘Khareba’ Kharazishvili hasta que concluya una investigación.
Según el canal de televisión opositor Mtavari Arkhi, un grupo de diputados con intereses comerciales se reunió con Bidzina Ivanishvili, líder del partido gubernamental y considerado el primer ministro en la sombra, para pedirle garantías de que sus actividades comerciales no se verían afectadas por la adopción de la ley sobre agentes extranjeros.
Durante el día, cinco personas fueron multadas por el Tribunal Municipal de Tiflis por bloquear ilegalmente una carretera durante las protestas, informaron los medios locales.
Miles de opositores al proyecto de ley se reunieron frente al edificio del parlamento, fortificado por las fuerzas de seguridad. Frente a las puertas de la cámara se sucedieron discursos de indignación y rabia que se prolongaron durante horas. Después, el himno georgiano y el Himno a la Alegría, como claro guion a la ambición europea que sustenta la oposición a esta dura reforma legal.
«Simplemente no quiero que mi país se convierta en lo que hoy es Rusia, y estoy dispuesta a quedarme aquí toda la noche», decía Natalia, de 21 años, contemplando desde la tapia de una iglesia las puertas del parlamento. «Creo que es el día más desastroso para nuestra generación», añadía Lena, una treintañera.
«Estamos aquí porque tenemos a los rusos a unas decenas de kilómetros de Tiflis», añadía Beso, un jubilado que había acudido con amigos. Rusia es impopular entre muchos georgianos por su apoyo a las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, donde intervino con sus tropas en 2008 y que sigue controlando. La opinión pública apoya ampliamente la membresía en la UE y la OTAN. El gobierno de Georgia, que dice que todavía quiere unirse a la UE, ha acusado a los países occidentales de chantaje por su oposición al proyecto de ley.
La policía tuvo que cortar el tráfico y vigiló muy de cerca esta nueva muestra de indignación popular por parte de una ciudadanía que ha organizado estas semanas las movilizaciones más grandes en Georgia desde que se independizó de Moscú en 1991, cuando la Unión Soviética se desintegró.
Moscú niega cualquier participación en el respaldo del proyecto de ley, que por otro lado ha defendido ante las críticas occidentales.