El veto presidencial a la ley de agentes extranjeros inspirada en Rusia es rechazado por el Parlamento de Georgia | Internacional

EL PAÍS

El Parlamento de Georgia ha rechazado el veto impuesto por la presidenta del país, Salomé Zurabishvili, al conocido como proyecto de ley sobre agentes extranjeros, que replica una de las principales herramientas represivas del Kremlin contra la disidencia. Este hecho significa un paso más de Georgia hacia la órbita de Rusia y un distanciamiento de Occidente.

El Parlamento ha ignorado las advertencias de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de las protestas de cientos de miles de georgianos que llevan semanas manifestándose contra una ley similar a la que el presidente ruso, Vladímir Putin, aplica desde 2012 para controlar a Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y a la oposición.

El partido en el poder, Sueño Georgiano, con una mayoría de 84 diputados en una cámara de 150 escaños, desestimó el veto de Zurabishvili. El rechazo se decidió con 84 votos a favor. Solo cuatro opositores votaron en contra, mientras que el resto abandonó la sala durante un debate que duró siete horas.

La norma será devuelta a la mandataria para que la promulgue y, si no lo hace, el presidente del Parlamento validará el proyecto de ley, que entrará en vigor en los próximos días. A partir de entonces, cualquier individuo u organización que reciba más del 20% de sus fondos del extranjero tendrá que detallar sus cuentas y podrá ser obligado a revelar sus fuentes y contactos, incluyendo los medios de comunicación y las ONG.

Salomé Zurabishvili, previendo el rechazo a su veto, presentó una carta programática para que la suscriban los partidos de la oposición, con el objetivo de presentar una candidatura conjunta a las elecciones legislativas del próximo 26 de octubre.

La batalla entre el Gobierno y la oposición apenas está comenzando. El analista de Países Bajos Jelger Groeneveld, especialista en el Cáucaso, opina que el frente formado por Zurabishvili tiene opciones de derrotar a Sueño Georgiano. Sin embargo, también afirma que habrá otra plataforma en la oposición y que el Gobierno puede ejercer un control clientelar sobre parte del país, que cuenta con 3,7 millones de habitantes.

La figura más conocida de la oposición es el expresidente Mijaíl Saakashvili, quien gobernó entre 2004 y 2013 y está en prisión desde 2021 por dos casos de abuso de poder que él niega. Su partido, el Movimiento Nacional Unido (MNU), es el de mayor peso dentro de la plataforma que lidera la presidenta.

Georgia no solo decidirá su futuro en octubre, sino que también influirá en el delicado equilibrio geopolítico del Cáucaso Sur, donde Rusia ha perdido gran parte de su influencia desde que Azerbaiyán, con el apoyo de Turquía, lanzó exitosas ofensivas contra el enclave de Nagorno Karabaj que controlaba Armenia, aliada de Rusia, hasta finales de 2023.

Sueño Georgiano mantiene una relación ambivalente con Rusia y la Unión Europea. A pesar de los vínculos del fundador del partido con Moscú, los georgianos apuestan por Europa. Solo un 11% de la población cree que el país debería parar la integración con la UE para estrechar sus lazos con Rusia, según una encuesta de 2023 del National Democratic Institute.

El primer ministro, Irakli Kobakhidze, insistió en que los objetivos de su gobierno son la adhesión a la UE en 2030 y la recuperación de Abjasia y Osetia del Sur, dos territorios georgianos que Rusia controla de facto. Sin embargo, las autoridades georgianas también han acusado a EE UU de promover un segundo frente en su territorio respecto a la invasión de Ucrania.

El doble juego de las autoridades georgianas ha generado tensiones con Bruselas. Kobakhidze acusó al comisario europeo de Vecindad, Olivér Várhelyi, de haberle amenazado por teléfono, a lo que Várhelyi respondió que su llamada fue sacada de contexto.

Finalmente, Vladímir Putin aprovechó la situación para criticar nuevamente a Europa, a la que acusa de provocar disturbios en su patio trasero, como Ucrania y Georgia.

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