El futuro de la industria automotriz está en constante evolución y, en este sentido, Toyota ha dado un paso audaz y prometedor al apostar por el uso de hidrógeno en un motor de combustión interna. La determinación de la empresa por seguir explorando el futuro de la combustión interna a pesar del auge de los vehículos eléctricos es verdaderamente admirable.
En lugar de trabajar en un prototipo tradicional, Toyota ha diseñado un deportivo de carreras que no se alimenta de gasolina o diésel, ni almacena energía en baterías, sino que utiliza hidrógeno en un motor de combustión interna. La competición brinda un escenario perfecto para probar esta tecnología y desarrollarla aún más, lo que demuestra la estrategia inteligente y anticipada de Toyota.
El motor de hidrógeno de Toyota está siendo desarrollado gradualmente y, en lugar de buscar una perfección inmediata, la empresa está utilizando un enfoque de prueba y error. Cada error cometido es visto no como un revés, sino como una oportunidad para aprender y evaluar el futuro del hidrógeno como combustible. Este enfoque de aprendizaje continuo se está aplicando al desarrollo de un vehículo de carreras, el GR Corolla.
El desarrollo de un coche con motor de combustión de hidrógeno presenta desafíos significativos. Toyota ha enfrentado dificultades como fugas, averías y hasta incendios debido a la complejidad de trabajar con la combustión de hidrógeno. Sin embargo, la empresa está haciendo avances significativos, como el reciente anuncio del uso de una nueva bomba de combustible que promete una mayor durabilidad.
Uno de los mayores desafíos de la combustión de hidrógeno es el almacenamiento del suficiente hidrógeno para ofrecer una autonomía razonable. El hidrógeno debe almacenarse en estado gaseoso o líquido, y este último debe mantenerse a temperaturas inferiores a -253ºC para evitar la evaporación. Sin embargo, Toyota ha diseñado un nuevo depósito que espera ofrezca una autonomía 1,5 veces mayor, permitiendo repostajes cada 30 vueltas en lugar de cada 20.
En una sorpresa adicional, Toyota ha estado trabajando en una técnica de captación de CO2 del aire. Dado que los motores de combustión interna requieren grandes volúmenes de aire y necesitan disipar altas temperaturas, estos pueden ser utilizados para capturar CO2 del aire. Esto significa que un coche de combustión de hidrógeno, que funcione con hidrógeno verde, podría no sólo tener emisiones netas de gases de efecto invernadero nulas, sino que incluso podría tener un cálculo neto negativo debido a su capacidad para «limpiar el aire» de CO2.
A pesar de los desafíos, proyectos como el de Toyota permiten soñar con la posibilidad de que el hidrógeno pueda tener futuro como combustible. Aunque los obstáculos son considerables, la empresa demuestra que la innovación y la determinación pueden abrir nuevas posibilidades para el futuro de la industria automotriz, incluso en áreas que parecen limitantes. Con cada avance, Toyota está demostrando que la combustión interna todavía tiene un lugar en el futuro de la movilidad, y que el hidrógeno puede ser un componente clave de ese futuro.