En un paso histórico y ejemplar para los esfuerzos globales de la lucha contra la violencia sexual en tiempos de guerra, Ucrania ha lanzado un proyecto piloto para compensar a las víctimas. Este proyecto, el primero de su tipo, ha sido elogiado por el galardonado con el Premio Nobel de la Paz, Denis Mukwege, como un modelo a seguir para el resto del mundo.
Mukwege, un médico congoleño de 69 años, es una de las voces más reconocidas en el mundo por su lucha contra la violencia sexual como arma de guerra. En su carrera ha tratado a decenas de miles de mujeres que han sido víctimas de violaciones, mutilaciones y estuvieron al borde de la muerte a manos de los actores del conflicto en su país natal, la República Democrática del Congo.
En una reciente entrevista con AFP en Los Ángeles, Mukwege elogió la rápida acción de Ucrania para indemnizar a las víctimas a pesar de estar en medio de un conflicto con las tropas rusas. Según las Naciones Unidas, este conflicto no es ajeno a la violencia sexual.
El proyecto de Ucrania tiene como objetivo compensar a 500 víctimas de violencia sexual identificadas durante la guerra. La iniciativa cuenta con el apoyo del Fondo Global para los Sobrevivientes, que fue creado por Mukwege y Nadia Murad, una víctima de violencia sexual, quienes juntos recibieron el Nobel de la Paz de 2018.
Mukwege opina que esta iniciativa ucraniana es un «buen ejemplo que se puede copiar». Resalta la necesidad de actuar con rapidez para atender las necesidades urgentes de atención psicológica, legal y médica que requieren las víctimas. A menudo, las víctimas de esta forma de violencia se sienten vulnerables e intimidadas por el estigma social, la lentitud de los procesos judiciales y la falta de apoyo social.
Para Mukwege, las víctimas no pueden esperar a que la guerra termine. Muchas de ellas pueden desaparecer o morir debido a enfermedades o depresiones causadas por sus traumáticas experiencias. Otros pueden morir simplemente de exclusión social.
Mukwege cree que la lucha contra esta forma de violencia debe incluir una mayor presión internacional para exigir rendición de cuentas, castigar a los responsables y desarrollar programas de reparación. La compensación, dice, debe contribuir a «devolver un mínimo de dignidad a las víctimas» y permitirles enfrentar a la justicia sin tener que avergonzarse.
Mukwege comenzó su carrera como ginecólogo en su ciudad natal de Bukavu, en la República Democrática del Congo, en un momento marcado por la extrema violencia del conflicto interno. En ese entonces, pensó que la primera víctima que trató sería un caso aislado y no preveía que la violencia sexual se convertiría en un problema persistente que duraría 25 años.
Mukwege es el fundador del Hospital Panzi en Bukavu, donde ha atendido a mujeres afectadas por el sangriento conflicto. Su trabajo ha hecho visible un conflicto olvidado por la comunidad internacional, que ha guardado un «preocupante silencio».
A lo largo de su carrera, Mukwege ha sido testigo de horrores inimaginables. En una entrevista con el New York Times, afirmó que podría reconocer la procedencia de las víctimas por el tipo de heridas que presentaban.
A pesar de los desafíos, Mukwege también ha sido testigo de la recuperación de muchas mujeres. A través del Hospital Panzi, ha visto historias de recuperación y de mujeres que no sólo sobrevivieron, sino que usaron su experiencia para ayudar a otras víctimas.
Después de un cuarto de siglo marcado por un intento de asesinato, numerosos reconocimientos e interminables jornadas de trabajo, Mukwege oscila entre la frustración y el optimismo. Enfatiza que la violencia sexual ocurre en todos los conflictos y advierte que si no se lucha contra la impunidad, el futuro es sombrío.