De la cancha de baloncesto al corazón del aficionado, la despedida de la leyenda Rudy Fernández del Real Madrid ha marcado un antes y un después en el deporte europeo. Rudy, un jugador que se esforzó por Rudy y Deck, dejó un sabor agridulce en los seguidores del baloncesto al ser derrotado en su último partido en Europa. Su pérdida en la cancha es un golpe duro para la comunidad del baloncesto, que ha visto a un campeón caer en su último juego.
Una revisión de la carrera de Rudy no puede pasar por alto su debut en la competencia el 24 de octubre de 2006, vestido de verde y negro para la Penya. Aquel joven de pelo rizado que apenas unas semanas antes había sido coronado campeón del mundo con España en Saitama, comenzó su andadura en Badalona contra el equipo con el que diría adiós en el Uber Arena. Enfrentó a jugadores de la talla de Batiste, Diamantidis, Siskauskas y Becirovic y su actuación fue memorable.
Con el paso del tiempo, Rudy se convirtió en una figura icónica de la Euroliga. A lo largo de 14 temporadas, jugó un total de 348 partidos, logrando tres títulos de la competición. Además, se encuentra entre los 20 máximos anotadores y asistentes de la historia de la competición, es el quinto con más triples (594) y el tercero que más balones ha robado (367), solo por detrás de Diamantidis y Calathes.
Rudy, pese a su papel vital en la era Laso, no pudo evitar la amargura de las finales perdidas en Londres o Milán. Sin embargo, su influencia fue crucial en la victoria de 2015 en Madrid, así como en su reinvención como líder experimentado en 2018 en Belgrado y el año pasado en Kaunas. A pesar de estar ya en la etapa final de su carrera, Rudy demostró su habilidad para adaptarse y transformarse, convirtiéndose en un jugador indispensable.
El jugador balear siempre será recordado por su tenacidad y su capacidad para motivar a sus compañeros. A pesar de las innumerables batallas que ha librado, Rudy siempre ha demostrado una gran capacidad para entrenarse y adaptarse a un calendario de 90 partidos. Como señaló su entrenador, su legado es inmenso y su capacidad para transmitir el espíritu de «familia» desde la selección es incuestionable.
A sus 39 años, Rudy aún tiene dos importantes misiones por cumplir. La primera es la búsqueda de otro título de liga con el Real Madrid, que deberá vencer a un descansado Barcelona en las semifinales. La segunda es llevar a la selección hasta los Juegos Olímpicos en el torneo Preolímpico que se disputa en la Fonteta. Si logra cumplir con esta última misión, Rudy se convertirá en el primer jugador de baloncesto en participar en seis Juegos Olímpicos, cumpliendo así la promesa que le hizo a su padre.
La despedida de Rudy del baloncesto es un recordatorio de la efímera naturaleza de la carrera deportiva. Pero a pesar de su partida, su legado perdura. A través de sus logros, su tenacidad y su espíritu de equipo, Rudy ha dejado una huella indeleble en el baloncesto europeo. Aunque ya no estará en la cancha, su influencia perdurará en las futuras generaciones de jugadores.