Este mes de mayo ha sido marcado por un incidente inusual en el puerto italiano de Livorno, donde la policía local interceptó un lote de 134 unidades del Fiat Topolino, un microcoche eléctrico basado en la misma plataforma que el Citroën Ami. Este hecho ha vuelto a poner a Stellantis, la compañía fabricante del vehículo, en el punto de mira de la legislación italiana.
La causa de la incautación se debió a una pegatina con la bandera italiana que los coches portaban, lo que podía generar confusión acerca de la procedencia de su producción, ya que estos vehículos concretamente provenían de Marruecos. Este incidente guarda cierto parecido con un caso anterior relacionado con el Alfa Romeo Junior, otro vehículo de la misma compañía.
El Alfa Romeo Junior es un B-SUV, pariente cercano del Jeep Avenger y del Fiat 600. Originalmente, se iba a llamar Milano y se iba a producir, como sus hermanos, en la planta polaca de Tychy. Sin embargo, tras su presentación, las dificultades con la ley italiana obligaron a un cambio de nombre a Junior, situándolo por debajo del Tonale y el Stelvio en la gama de modelos.
En respuesta a la incautación, Stellantis ha asegurado que el Topolino es un producto italiano, diseñado y desarrollado en el Centro Stile FIAT, una compañía italiana que forma parte de Stellantis. La empresa ha afirmado desde el primer momento que el vehículo se fabricaría en Marruecos, al igual que el Alfa Romeo Junior. Este último, de hecho, se anunció desde el principio como el primer Alfa producido fuera de Italia desde los Alfa GTV6 que se fabricaban en Sudáfrica.
La solución propuesta por Stellantis es sencilla: eliminar las pegatinas. Sin la presencia de la Tricolore, no debería haber ningún problema con los Topolino. Según un portavoz de Stellantis, la pegatina solo pretende ser una referencia a la patria de la marca, no para hacer creer al público que había sido fabricado en Italia. En otras circunstancias, pegatinas similares no han sido motivo de conflicto, como se puede ver en ediciones especiales del Fiat 500 y su variante picante, el Abarth 500.
Este incidente representa un nuevo capítulo en las tensiones entre Stellantis y el gobierno de Giorgia Meloni. Como microcoche, el Topolino, al igual que el Ami francés, se sitúa incluso por debajo del siguiente gran proyecto de Stellantis: la llegada de los Leapmotor de origen chino, que ocuparán el hueco de coches eléctricos asequibles. En particular, este hueco será para el Leapmotor T03, cuyo destino será competir contra rivales de marcas como Dacia o MG.
En definitiva, este incidente refleja las sutilezas y complejidades de la legislación de la industria automovilística, así como la importancia de la comunicación clara y transparente entre los fabricantes y las autoridades reguladoras. Mientras tanto, los aficionados de los coches eléctricos estarán esperando con interés el desarrollo de la situación y el futuro lanzamiento del Fiat Topolino sin la controvertida pegatina.