El sábado 18 de mayo de 2024, en la ciudad italiana de Verona, el Papa Francisco se convirtió en el protagonista de un evento que abordó el tema de la paz en la región de la Franja de Gaza e Israel. En el famoso anfiteatro romano de Verona, conocido como la Arena, el Papa reunió a unas 12.500 personas y se mostró como un firme defensor del acercamiento y la conciliación entre los pueblos enfrentados.
En el transcurso del evento, el Papa escuchó los testimonios de un israelí y un palestino que han sufrido tragicamente las consecuencias de la guerra en sus vidas. El primero, Maoz Inon, perdió a sus padres a manos de Hamas, mientras que el segundo, Aziz Sarah, perdió a su hermano por las tropas de Israel. Ambos expresaron su dolor y sufrimiento, y declararon haberse unido por estas experiencias desgarradoras. Esta declaración provocó una respuesta emocional en el público, que se puso de pie y aplaudió. A pesar de sus problemas de movilidad, el Papa Francisco también se unió al aplauso y abrazó a ambos hombres.
El Papa Francisco destacó la valentía de estos dos hombres y celebró su decisión de abrazarse. «Creo que ante el sufrimiento de estos dos hermanos, que es el sufrimiento de dos pueblos, no se puede decir nada. Ellos han tenido la valentía de abrazarse y esto no solo es valentía, sino ejemplo de querer la paz, es un proyecto de futuro, abrazarse», declaró con emoción.
El Papa también instó a los asistentes a guardar silencio y rezar por la paz, no solo en Tierra Santa y Ucrania, sino en todo el mundo. Se refirió a la guerra como una «derrota histórica» y pidió a los presentes que reflexionaran sobre los ancianos que han trabajado toda su vida para sacar adelante estos dos países y que ahora tienen que enfrentar las consecuencias devastadoras de la guerra.
Además de abogar por la paz, el Papa también hizo un llamado a «sembrar esperanza» y expresó su convicción de que el futuro de la humanidad no solo está en manos de los líderes y las grandes potencias, sino también en las manos de los pueblos y en su capacidad de organizarse y cambiar.
Francisco advirtió sobre el «cansancio en el aire» que se respira en las sociedades modernas y enfatizó que la paz no es algo que se pueda inventar de la noche a la mañana, sino que debe ser cuidada. En este sentido, criticó que en el mundo actual no se cuide la paz, tachándolo de «delito grave».
En su discurso, el Papa Francisco también defendió a los niños y niñas que son forzados a trabajar como esclavos para ganarse la vida. Denunció la insensibilidad de la sociedad ante esta situación y afirmó que es responsabilidad de todos cambiarla.
Lamentó que el individualismo amenaza con «acabar con la dimensión de la comunidad», lo que tiene consecuencias en la idea de autoridad. Advirtió que quien ejerce roles de responsabilidad en una institución política, una empresa o una asociación social corre el riesgo de sentirse investido con el deber de salvar a los demás como si fuese un héroe.
Finalmente, el Papa subrayó que idealizar a los líderes es una forma de agresión. «Los psiquiatras dicen que una de las agresiones más sutiles es la idealización, es un modo de agredir», concluyó. A través de estas palabras, el Papa Francisco envió un mensaje claro y poderoso a la sociedad: la paz es responsabilidad de todos y debemos trabajar juntos para lograrla.