El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, tiene una cita crucial con la justicia británica el 20 de mayo. Un alto tribunal tomará una decisión trascendental ese día: si extraditar a Assange a Estados Unidos para ser juzgado por delitos de espionaje o liberarlo finalmente después de una larga década de batalla legal.
Assange ha estado privado de su libertad durante más de 13 años, según su esposa y madre de sus dos hijos, Stella (Morris) Assange. En su opinión, lo que ha estado ocurriendo hasta ahora es más un castigo que un proceso legal. Primero, su encierro en la embajada ecuatoriana para evitar la extradición. Luego, estos últimos cinco años, encerrado en la prisión de máxima seguridad de Belmash y en total aislamiento durante 21 horas al día.
Stella sostiene que «Assange es un prisionero político». Afirma que estamos ante un periodista perseguido por exponer los crímenes de guerra de una gran potencia. Este ha sido un proceso político desde el inicio y los tribunales británicos no han hecho más que plegarse a las demandas del Gobierno norteamericano. El presidente Joe Biden tiene una ahora una oportunidad para dejar un legado y conceder el perdón a Julian, en vez de seguir adelante con la persecución iniciada por sus predecesores y llevada al extremo por Donald Trump.
Stella recuerda cómo la CIA, bajo los auspicios de Mike Pompeo, llegó a plantear la opción de «asesinar a Assange». Los tribunales británicos llegaron a considerar esa información como creíble pero irrelevante para el caso. Ella cuestiona cómo se puede concebir que la justicia de un país democrático como el Reino Unido pueda extraditar a una persona a un país donde ha existido un complot para asesinarle.
La esposa de Assange, de 40 años, de madre española y padre sueco, se prepara para lo peor ante la vista judicial del 20 de mayo. Sin embargo, también se aferra a la esperanza de que el tribunal decida que «ya hemos tenido bastante» y falle por su puesta en libertad.
Si el tribunal aprueba la extradición el mismo día del juicio, Stella, con su experiencia como abogada, anticipa que presentarán un recurso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). A pesar de la controversia política de los últimos años, el Reino Unido está obligado a acatar el TEDH o estaría violando las leyes internacionales.
El alto tribunal deberá decidir el próximo lunes sobre las «garantías» solicitadas a Estados Unidos para evitar que Assange pueda ser condenado a muerte si es extraditado y para asegurar que estaría amparado por la primera enmienda de la Constitución norteamericana, que protege la libertad de expresión. La fiscalía norteamericana ha presentado contra él un total de 18 cargos por espionaje que podrían suponerle una pena de hasta 175 años de prisión.
Stella espera que los jueces puedan poner fin a este proceso, y destaca la presión política y de organizaciones como Reporteros Sin Fronteras, que ha defendido su caso advirtiendo que la extradición sería un grave precedente contra la libertad de expresión.
El Parlamento australiano ha aprobado una moción, respaldada por el primer ministro Anthony Albanese, para pedir su puesta en libertad. En Australia, hay un clamor por su liberación. El presidente Biden ha dicho que está «considerando» esta petición, y eso es algo a tener en cuenta, dada la alianza estratégica de Estados Unidos con Australia.
También existe la posibilidad de que el alto tribunal decida alargar la batalla legal con una nueva vista judicial, lo que también preocupa a Stella por el «frágil estado mental» de Assange, que cumplirá 53 años en julio y espera poder estar físicamente presente en la vista judicial.
Stella mantiene contacto diario con Assange, aunque de manera limitada. Puede verle dos veces por semana y a veces lleva a sus dos hijos, el mayor ha cumplido esta semana siete años. Assange sueña con poder llevar a sus hijos a Australia. Sin embargo, ahora mismo, su vida consiste en luchar y sobrevivir: esa es su batalla diaria.