El reciente ataque contra el primer ministro eslovaco, Robert Fico, ha provocado una avalancha de reacciones, mensajes de condena y alarma en toda la Unión Europea. Eslovaquia tiene el dudoso honor de ser el único país en el que un periodista ha sido asesinado por investigar casos de corrupción y un líder ha sido tiroteado, todo ello en un corto período de tiempo. Aunque las causas del tiroteo aún son desconocidas, líderes de todo el continente están preocupados por el clima de tensión, insatisfacción y violencia que está llevando a agresiones y amenazas en diferentes países.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha condenado enérgicamente el vil ataque contra el primer ministro Fico, alegando que estos actos de violencia no tienen cabida en nuestra sociedad y socavan la democracia, nuestro bien común más preciado. En términos similares se pronunciaron la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
Fico es un personaje polémico y controvertido con pocos aliados en Bruselas. A pesar de su regreso al poder en septiembre y la victoria de su candidato, Peter Pellegrini, en las recientes elecciones presidenciales, su deriva iliberal choca no solo con las instituciones, sino también con el resto de miembros y partidos. Su familia política en Europa, los socialistas (S&D), optaron por expulsar a su partido recientemente debido a su deriva homófoba y sus pactos con la extrema derecha.
Vladimir Putin, en un comunicado, condenó el atentado y describió al político eslovaco como «un hombre valiente y de fuerte mentalidad». Los canales de propaganda del Kremlin rápidamente alimentaron las conjeturas, sembrando caos y acusando a los opositores eslovacos o entes etéreos occidentales de intentar eliminar a Fico por «querer la paz» y denunciar «a los nazis de Ucrania».
Fico y su partido llegaron al poder, por cuarta vez, gracias en gran medida a tergiversar la realidad. Y minutos después del tiroteo, Internet se inundó de teorías sobre las vacunas o Soros y lo que muchos consideraban un ajuste de cuentas de una conspiración global del sistema. Ahí, en esa escalada de suposiciones y distorsiones, cuando nadie sabe qué es verdad y, por lo tanto, la mentira no importa, es donde la democracia tiene más que perder.
Fico ha tenido muchos problemas, pero no externos, sino internos. Sus últimos enfrentamientos han sido por sus ataques a los medios de comunicación y a las ONG, en una línea sorprendentemente similar a la de Viktor Orban. Una de sus obsesiones es acabar con la «supremacía de las ONG» y retirar la financiación pública, así como la promesa de introducir una ley que etiquete a las ONG como agentes extranjeros si reciben financiación del exterior.
En 2018, Eslovaquia quedó conmocionada por el asesinato del joven periodista de investigación Jan Kuciak y su prometida. Las manifestaciones y protestas contra el gobierno, las más grandes desde 1989, le costaron entonces el puesto al primer ministro, que era precisamente Fico. El reportero estaba trabajando sobre cómo los empresarios italianos vinculados al crimen organizado de Calabria, la ‘Ndrangheta, se habían establecido en el este de Eslovaquia y habían pasado años malversando fondos de la UE. Uno de esos empresarios había tenido relaciones cercanas con miembros del equipo o del gobierno de Fico, que se hizo a un lado y convocó elecciones.