En Alemania, miles de castillos y palacios de la Edad Media hasta el día de hoy son conservados y restaurados. Según la Asociación Alemana de Castillos, más de 25,000 de estos edificios históricos se encuentran repartidos por todo el país. Algunos de estos castillos y palacios han sido transformados en museos, instituciones, hoteles, centros de eventos y sedes de empresas.
Un ejemplo notable es el castillo Ketschendorf en Baviera, que fue adquirido y restaurado por la firma alemana de compresores Kaeser. Este castillo, que estaba en un estado de deterioro considerable, ha sido transformado en un centro de formación para la empresa. Mirando más de cerca, el proceso de restauración fue un proceso complicado y costoso, llevando un total de seis años desde el inicio de la planificación hasta su finalización en 2021.
El castillo Ketschendorf, construido en 1803, es una residencia de verano de estilo neogótico flanqueada por torres octogonales en cada esquina. Una de las tareas más desafiantes durante la restauración fue la reparación de los históricos pisos hechos de «Mettlacher Platten» (baldosas de Mettlach). Estas baldosas, desarrolladas en 1840 por la empresa de artículos cerámicos Villeroy & Boch, se hicieron populares por su resistencia y diseño colorido y fueron usadas en lugares de tránsito como pasillos, cocinas, baños, escuelas, hospitales e iglesias.
A pesar de la importancia de conservar estos suelos históricos, el costo de la restauración era prohibitivo. Durante el proceso, se reemplazaron algunas baldosas faltantes y se llenaron los espacios restantes con baldosas de un solo color. Sin embargo, la búsqueda de una solución más asequible llevó a la empresa a un lugar sorprendentemente lejano: Chile.
La fábrica de baldosas Córdova en Santiago de Chile, que ha mantenido la tradición de fabricación artesanal durante un siglo, fue contactada para fabricar algunas decenas de piezas para el castillo. Este pedido sin precedentes presentó varios desafíos, incluyendo la creación de los moldes para cada diseño y la obtención del color correcto sin las piezas originales como referencia. A pesar de las dificultades, la empresa chilena se comprometió con el proyecto, destacando la importancia del amor por la restauración y la conservación del patrimonio.
Mirna Suárez, socia y jefa de producción de Baldosas Córdova, expresó su sorpresa por recibir un pedido desde Alemania, pero también su satisfacción por participar en la restauración de un lugar con más de cien años de historia. Para Suárez, las baldosas no son simplemente un suelo para caminar, sino una forma de arte que conecta a las personas con su historia y recuerdos.
En mayo, las baldosas chilenas emprendieron su viaje a Alemania. Una vez en Coburgo, serán preparadas para su colocación en el castillo Ketschendorf, que ahora funciona como un centro de seminarios y conferencias para la empresa Kaeser. Este proyecto de restauración demuestra no sólo la importancia de la conservación del patrimonio, sino también cómo la colaboración internacional puede dar lugar a soluciones innovadoras y asequibles. Al final del día, la conservación del patrimonio no sólo es una cuestión de preservar el pasado, sino también de conectar a las personas a través de la historia y el arte.