¿Dónde está Zhang Zhan? Esta es la pregunta que muchos se hacen, sobre todo después de que esta activista de 40 años, encarcelada durante cuatro años por documentar lo que ocurría en Wuhan durante las primeras semanas de la pandemia, debería haber salido de prisión el lunes pasado. Pero, ¿está realmente libre? Probablemente no. La realidad es que seguramente continuará bajo una severa vigilancia domiciliaria, con sus movimientos e interacciones, tanto las suyas como las de su familia, limitados. Sin embargo, la cuestión principal ahora es que todavía nadie ha podido atestiguar que Zhang haya vuelto a su casa de Shanghai.
Zhang Zhan, una abogada de carrera, ha estado en la cárcel de mujeres de la capital financiera de China desde que fue condenada en diciembre de 2020 a cuatro años de prisión por «buscar altercados y provocar problemas». Este es un cargo común y vacío de contenido que las autoridades chinas emplean con frecuencia para encerrar a los críticos del régimen.
La notoriedad de Zhang comenzó cuando decidió viajar a la ciudad de Wuhan en febrero de 2020. En ese momento, se unió a la lista de los llamados periodistas ciudadanos -activistas y blogueros que acuden a cubrir un acontecimiento para retransmitirlo en sus cuentas de redes sociales- que ya estaban en el epicentro de la pandemia tratando de documentar, sin el filtro de la censura, el día a día en la primera ciudad del mundo bajo confinamiento.
En sus retransmisiones en YouTube, Zhang, quien ya estaba en el radar de la policía china por su apoyo al movimiento prodemocracia de Hong Kong, criticó al Gobierno chino por la gestión de la pandemia. Según ella, los habitantes de Wuhan eran «hostigados por la policía de la ciudad si se quejaban».
Pero también, como se pudo ver en sus vídeos, protagonizó algunos altercados. Derribó de una patada las vallas que cerraban una urbanización en cuarentena, se coló en los crematorios de la ciudad para grabar cadáveres y llamó «nazis» a unos policías que no la dejaban entrar en algunos barrios bloqueados.
Estos hechos fueron los que los medios chinos estatales utilizaron para justificar la dura condena de cuatro años que le cayó a Zhang. «Las fuerzas externas confundieron a Zhang al predicar susurros envenenados, volviéndola paranoica al creer que es justo y redentor luchar contra el sistema chino», decía un editorial del diario chino Global Times.
Los fiscales de Shanghai acusaron a Zhang de utilizar las plataformas de redes sociales para «difundir grandes volúmenes de información falsa» y alegaron que «exageró maliciosamente» la situación de la pandemia en entrevistas con Radio Free Asia y Epoch Times. Estos dos diarios están muy cercanos al Partido Republicano de Estados Unidos y Pekín los considera tentáculos mediáticos del ex presidente Donald Trump.
Actualmente, varios grupos de derechos humanos, entre ellos Reporteros sin Fronteras (RSF), que concedió a Zhang su Premio a la Libertad de Prensa en 2021, están tratando de averiguar algo sobre la situación en la que se encuentra la activista. Según ha podido averiguar este periódico, Zhang no ha pasado por casa de sus padres, con quienes vivía antes de ser detenida.
«Únicamente sus padres y su hermana saben dónde se encuentra ahora, pero la policía les ha prohibido decir nada. Como sabían que en estos últimos años se ha convertido en un personaje de interés mediático, seguramente estará retenida un tiempo en algún lugar secreto», asegura una fuente cercana a la familia. Las autoridades locales mantienen el habitual mutismo, como ya hicieron cuando Zhang estuvo desaparecida más de seis meses hasta que la policía confirmó que había sido detenida por su trabajo en Wuhan.