El sur de Brasil está sufriendo una auténtica pesadilla de inundaciones que, lejos de remitir, parece que empeorará en los próximos días, afectando a más gente que los 619.000 desplazados hasta el momento.
El nivel del lago Guaba, en Porto Alegre, ha estado aumentando rápidamente. Este lago, ubicado en la capital del estado de Río Grande do Sul, ha superado los cinco metros y se espera que llegue a los 5,5, un registro inédito. El nivel de alarma del lago es de 2,5 metros, que ha sido largamente superado.
Durante las últimas 30 horas, se han registrado alrededor de 100 milímetros de lluvia en las ciudades de la región montañosa del Estado. Según el gobierno del estado, casi todos los grandes ríos muestran una tendencia a la crecida, con rápidas subidas hasta niveles de crecida severa en las cuencas de los ríos Caí y Taquari.
Río Grande do Sul, el Estado más sureño del gigante sudamericano, es un escenario apocalíptico. El aeropuerto de Porto Alegre ha sido cerrado debido a las inundaciones, y las calles de la ciudad se han convertido en ríos de aguas marrones. Más allá de lo que sucede en la capital, hay localidades de Río Grande do Sul que han sido completamente arrasadas por las aguas y deberán ser reubicadas.
El estado también sufrirá fuertes vientos de hasta 50 kilómetros por hora. Aunque las lluvias se calmarán el miércoles, el frío se intensificará al final del otoño austral.
Eduardo Leite, gobernador del Estado, ha pedido a los ciudadanos desplazados que no intenten regresar a sus hogares, ya que las zonas ya afectadas son las de mayor riesgo. Ha advertido de que es necesario evitar las zonas de ladera en este momento, debido a que el suelo está empapado y los riesgos de desprendimientos son reales, especialmente en la Serra Gaúcha y la región de Vales.
Las inundaciones han dejado hasta el domingo 145 muertos, 132 desaparecidos y 806 heridos, según la Defensa Civil de Rio Grande do Sul. Más de dos millones de personas se han visto afectadas en 447 municipios, 538.000 de las cuales han tenido que abandonar sus hogares y 81.000 permanecen en refugios. Según la compañía de agua Corsan, 191.000 clientes están sin suministro de agua en 18 ciudades. Las compañías eléctricas CEEE Equatorial y RGE han dejado sin electricidad a 281.000 personas. En algunos casos se ha cortado la electricidad por razones de seguridad, destacó Folha de Sao Paulo.
El gobierno del Estado estima que necesitará 30.000 millones de reales (unos 5.400 millones de euros) para reubicar tres ciudades afectadas por las inundaciones: Cruzeiro do Sul, Roca Sales y Muum. Estas tres ciudades, con una población de entre 5.000 y 10.000 habitantes, se encuentran a orillas del río Taquari, uno de los más afectados por las fuertes lluvias. Al menos parte de la población de estos municipios tendrá que ser trasladada a terrenos más elevados para evitar futuras tragedias.
Mientras el gobierno prepara el reparto de subsidios por 5.000 reales (unos 900 euros) para que los afectados puedan comprar mobiliario y electrodomésticos inutilizados por el agua, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva decidió cancelar la visita de Estado que tenía prevista esta semana a Chile.
Las inundaciones han causado un impacto devastador en Brasil, y la situación sigue siendo crítica. Se espera que las autoridades realicen más esfuerzos para aliviar la situación y proporcionar asistencia a las personas afectadas.