Fomento de la Salud y Estrategias Preventivas

Prevención y promoción de la salud

¿Qué barreras nos impiden dedicarnos de forma eficiente al desarrollo de las actividades preventivas?

Por un lado, están los factores que afectan a las administraciones sanitarias. No existe un compromiso para favorecer el desarrollo de la prevención ni la mejora de la calidad asistencial en los equipos de Atención Primaria (EAP). Se necesita aumentar la inversión en Atención Primaria (AP) para mejorar las condiciones de trabajo en los EAP.

Con la situación actual en la que se encuentran los equipos por la sobrecarga asistencial que sufren, sobre todo los equipos urbanos, debido a la falta de recambio generacional, a no poder disponer de sustitutos para cubrir las ausencias, a la hiperfrecuentación que se generó después de la pandemia de la covid-19 y a la política de traslados en enfermería, donde las vacantes se cubren con personal proveniente del hospital sin experiencia en el trabajo de AP, se hace muy difícil organizar actividades preventivas, pues nuestro tiempo lo ocupa en su mayor parte la demanda asistencial.

Las actividades preventivas y de promoción de la salud no se realizan de manera planificada y mantenida en el tiempo. Esto impide su evaluación.

Formación y tiempo para desarrollar actividades preventivas

Tampoco existe una formación, o no se fomenta la aplicación para y por los profesionales, de técnicas de mejora continua de la calidad. Se necesita, al menos en las etapas iniciales, un líder que estimule y potencie esta forma de trabajar. La cultura de “la calidad” es imprescindible para mejorar la eficacia y eficiencia en nuestro trabajo, y esta forma de trabajar debería ser lo normal y no la excepción. Disminuiría la variabilidad en el trabajo de cada profesional.

El marcar tiempos para la realización de las actividades preventivas, por ejemplo, desarrollo a un plazo de “x” años, favorece su aplicación. Cuando se hace una campaña sanitaria, como ocurrió en la vacunación de la covid, o cuando se invita a participar a la población diana en actividades para la detección de cáncer (cérvix, mama, colorrectal…), se obtiene una respuesta mayor que cuando se realiza solo una captación oportunista y sin unos objetivos definidos. Por eso, es mejor hacer actividades de captación activa que dejarlo al azar de la presencia espontánea del paciente en la consulta.


Nunca se debe perder la oportunidad de ofrecer estas actividades a nuestros pacientes, ya que, espontáneamente, pocos lo demandarán. Actividades como la realización de mamografía, citología…, están más arraigadas, pero ¿a cuánta gente le ofrecemos la realización de serologías para la detección de enfermedades de transmisión sexual? Siendo un problema de salud de primer orden, no indagamos sobre prácticas de riesgo, cuando no se cuestiona por parte de algún profesional la solicitud espontánea de algún joven que nos lo pide. Esta actividad deberíamos ofrecerla con la misma frecuencia que la toma de tensión arterial. Es más, es mucho más importante realizar la práctica de serologías que la toma de tensión en esta población en concreto.

La importancia de involucrar al paciente

Eliminar de nuestra actividad asistencial aquellas actividades de escaso o nulo valor asistencial nos permitiría liberar tiempo en nuestro día a día. Por ejemplo, citar a un paciente para que venga a tomarse la tensión arterial no tiene sentido. Es mejor utilizar ese tiempo en adiestrar al paciente para que se tome la tensión en casa, que conozca su enfermedad y sepa cuándo tiene que consultar.

Permitir a los profesionales que elijan aquellas actividades que mejor se adapten a su población es una estrategia que facilitaría su implantación, al sentirnos más sensibilizados con los problemas de nuestra población.

En una población envejecida, por ejemplo, debemos priorizar la detección de la fragilidad y su abordaje (fomentar el ejercicio físico, recomendaciones nutricionales, revisión de medicación), la atención a la cronicidad, actuar sobre los factores de riesgo en el desarrollo del deterioro cognitivo y la detección precoz de la demencia, así como actuar sobre déficits sensoriales de audición y visión.

Así, debemos valorar los diversos grupos de población de nuestra zona: infancia, adolescencia, mujer…, para priorizar nuestras actuaciones, sin olvidar el papel que les corresponde a la sociedad y a sus organizaciones en el desarrollo de las actuaciones preventivas. Debemos trabajar con la comunidad para fomentar estas actuaciones. La PREVENCIÓN es un problema de TODOS.

Un desafío comunitario

Ni que decir tiene que esto lleva TIEMPO, y eso es justo lo que ahora no tenemos. Es mucho más fácil extender una receta que convencer a una persona de la importancia de la vacunación en época de gripe, de hacer ejercicio, de dejar de fumar o de por qué no puede tomar un antibiótico por su cuenta, por ejemplo.

Es prioritario fomentar la adopción de hábitos saludables en la población, aumentar la cobertura vacunal, fomentar los cribados preventivos de cáncer, adiestrar a los pacientes crónicos en el control de su enfermedad, atender a la población anciana, etc.

El tiempo que se invierte en actividades preventivas es sumamente rentable: disminuiría la demanda y mejoraría la salud de nuestra población. Por eso, es imprescindible mejorar la organización del día a día, lograr una implicación mayor de la administración en la solución de los problemas estructurales, acercarnos a la comunidad y trabajar juntos por mejorar la salud de nuestra población.

Hagamos bueno el dicho: “MÁS VALE PREVENIR QUE CURAR”.

Prevención y promoción de la salud

artículo original de: https://www.saludadiario.es/opinion/prevencion-y-promocion-de-la-salud/

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