El mundo de la automoción ha experimentado una aceleración vertiginosa en las últimas dos décadas. La aparición de los coches eléctricos ha revolucionado el panorama, pero la evolución en el terreno de la combustión interna no se queda atrás. Cada vez es más común ver coches que alcanzan los 100 km/h en menos de 4 segundos, una hazaña que hace unas décadas solo estaba al alcance de los deportivos más potentes.
En este contexto, un dato que suele sobrevalorarse es el 0 a 100 km/h. Más allá de las competiciones y las drag races, ¿es realmente relevante? A fin de cuentas, la mayoría de los conductores no necesitan una aceleración tan rápida en su día a día, ni siquiera para ser los primeros en salir de los semáforos.
Es en este escenario donde surge una interesante pregunta: ¿Cómo es posible que un motor sencillo, pequeño y robusto como un tres cilindros japonés pueda tener una mejor respuesta que motores mucho más grandes y potentes?
Para responder a esta pregunta, los periodistas de Car and Driver en Estados Unidos propusieron una métrica más realista que el 0 a 100 km/h. Esta métrica se basa en la comparación entre el 0 a 60 mph (96,56 km/h) y el 5 a 60 mph (8,05 a 96,56 km/h). La diferencia entre ambas mediciones debería reflejar de manera objetiva la rapidez de respuesta de un motor.
Los resultados fueron sorprendentes. El coche que obtuvo la mejor respuesta fue un Mitsubishi Mirage G4, un vehículo que cuenta con un motor atmosférico de tres cilindros, sin turbo. A pesar de su simplicidad, este tipo de motores son conocidos por su durabilidad y su buen rendimiento en entornos urbanos.
Por otro lado, los peores resultados de respuesta los obtuvieron dos deportivos: el Porsche 718 Cayman T manual y el BMW M235i xDrive Gran Coupé. Aunque estos coches son capaces de alcanzar los 100 km/h en unos 4 segundos, su rendimiento disminuye considerablemente cuando ya están en movimiento.
Estos resultados nos llevan a una conclusión importante: el 0 a 100 km/h no lo es todo. La respuesta de un motor es un factor crucial a tener en cuenta, especialmente si se trata de un motor de combustión interna. Sin embargo, no debemos olvidar que cada vehículo tiene sus propias características y su rendimiento puede variar dependiendo de las circunstancias.
Finalmente, cabe preguntarse: ¿Existen otras formas de analizar la respuesta de un motor? ¿Qué otras métricas podrían ser útiles para evaluar mejor el rendimiento real de un motor de combustión interna?