En el universo del automóvil, uno de los segmentos que ha experimentado un auge más prominente es el de los crossover. Aunque se podría pensar que estos vehículos son un concepto relativamente nuevo, la realidad es que han existido desde el siglo pasado, mucho antes de los años ochenta. Entre estos pioneros, destaca el Volkswagen Golf Country, un vehículo que podría considerarse el precursor del Volkswagen T-Roc.
El Golf Country se presentó como un Volkswagen Golf tradicional, pero con más altura libre al suelo, un conjunto de habilidades todoterreno y tracción total. Este vehículo, aunque no es ampliamente conocido, representa un hito en la historia de Volkswagen y en la evolución del concepto de crossover en la industria automotriz.
El Golf Country se estrenó en el Salón de Ginebra de 1989, bajo el nombre de prototipo Golf Montana. El vehículo recibió una respuesta tan positiva de la prensa y del público que Volkswagen decidió producirlo en serie. En esencia, era un Volkswagen Golf de cinco puertas transformado en un todoterreno. Contaba con defensas reforzadas, protecciones para sus bajos, una rueda de repuesto montada en el portón trasero y una estética juvenil y desenfadada. En aquel momento, era lo más parecido a un 4×4 que Volkswagen tenía en su catálogo.
Lamentablemente, a pesar de su innovación y atractivo, el Golf Country no logró el éxito comercial esperado. Solo se fabricaron 7.735 unidades entre 1990 y 1991, muy por debajo de las expectativas de Volkswagen.
El núcleo de la propuesta del Golf Country era la tracción total Syncro, un sistema que el Volkswagen Golf de segunda generación había estrenado en 1987. Esta tracción no era permanente y, mediante un acoplamiento viscoso central, podía enviar hasta el 48% de la potencia al tren trasero en condiciones de baja adherencia. Aunque no tenía modos de conducción ni reductora, contaba con una altura libre al suelo de 21 centímetros, la misma que un Toyota Land Cruiser moderno.
En su interior, el Golf Country era como cualquier otro Golf. Sin embargo, se equipó con asientos Recaro y un volante más deportivo para diferenciarlo ligeramente de otros Volkswagen Golf. A nivel mecánico, montaba un motor 1.8 de inyección y 98 CV de potencia. Estos coches eran fabricados por Steyr en Austria, en la misma línea de producción que los Mercedes Clase G.
El Golf Country se vendió en diferentes versiones: Country Chrompaket, Country Allround y la versión convencional. Sin embargo, su elevado precio, hasta un 30% más alto que el de un Golf convencional, pudo haber contribuido a su escaso éxito comercial.
Aunque se esperaba fabricar alrededor de 15.000 unidades, la producción se quedó en 7.735 coches. Una combinación de costos de producción altos, ventas bajas y subcontratación de la producción hizo que el Golf Country no fuera renovado para la tercera generación del Volkswagen Golf.
A pesar de su fracaso comercial, el Golf Country representó un importante paso en la evolución de los crossovers y en la historia de Volkswagen. Aunque el Golf nunca volvió a coquetear tan en serio con el todoterreno, ha seguido teniendo versiones de tracción total, y han existido versiones Alltrack y CrossGolf del compacto alemán, con una carrocería de aspecto más crossover y una mayor altura libre al suelo.