Los individuos con pérdida de audición enfrentan más dificultades de lo normal para conversar en ambientes ruidosos, a pesar del uso de audífonos o del volumen elevado del habla.
Por esta razón, la comunidad científica ha estado investigando la causa de este déficit con el objetivo de desarrollar nuevos algoritmos de procesamiento del sonido que mejoren la comprensión del habla en ruido para usuarios de dispositivos de ayuda auditiva.
Recientemente, un proyecto de investigación liderado por Enrique López-Poveda, catedrático del Área de Otorrinolaringología de la Universidad de Salamanca, demostró que esta dificultad está determinada en gran medida por la capacidad de las neuronas auditivas para adaptarse al ruido de fondo. “La adaptación deficiente a los ambientes ruidosos contribuye significativamente a la inteligibilidad del habla en personas con problemas de audición”, explica el investigador a Comunicación USAL.
El puntero trabajo en neurociencia auditiva desarrollado por el grupo de investigación de la USAL, con la participación destacada de las científicas Miriam I. Marrufo-Pérez, Milagros J. Fumero y Almudena Eustaquio-Martín, acaba de ser publicado en Scientific Reports, del Grupo Nature, y sus resultados son concluyentes: “la adaptación deteriorada al ruido de fondo puede contribuir hasta en un 10% a la pérdida de los umbrales de recepción del habla en oyentes con discapacidad auditiva”.
Estudiar los mecanismos de adaptación
Además de constatar que las personas con hipoacusia perciben el habla distorsionada o degradada, lo que les repercute en ser menos capaces de usar las señales acústicas en una conversación, más aún en contextos ruidosos, el estudio identifica ahora un nuevo factor determinante para la comprensión del habla que no había sido abordado especialmente en la literatura científica.
Hasta la fecha, se pensaba que la dificultad extraordinaria de las personas con hipoacusia radicaba principalmente en que los sonidos del habla se representaban peor en el cerebro auditivo. En palabras del catedrático en Otorrinolaringología, “este trabajo ha permitido entender que no solo importa esta mala representación, sino el impacto del ruido y, aún más, cómo se adapta el cerebro al mismo”.
Las neuronas auditivas adaptan su rango dinámico de funcionamiento al entorno ruidoso en el que se produce la escucha. Por lo que, entre otras cuestiones, la nueva investigación hace patente que, a partir de ahora, “será primordial averiguar cuáles son y si están dañados los mecanismos que permitirían la escucha en ruido, así como determinar cómo se adaptan a él las neuronas”.
El hallazgo de la USAL es importante en la medida que “ayuda a comprender la naturaleza y la causa de las dificultades comunicativas de las personas hipoacúsicas para mejorar las técnicas de diagnóstico y su tratamiento”, subraya.
Estado de la salud auditiva a nivel mundial
“La audición no es solo el oído. Una persona puede tener patología auditiva y su oído estar funcionando de manera normal”, esta es una de las premisas principales que López-Poveda emplea para explicar que, en realidad, la audición es una función sensorial que permite al ser humano interaccionar con el entorno y que es fundamental en su salud y bienestar.
Los datos relativos a la salud auditiva de Castilla y León, y de España en general, son comparables, según el Instituto Nacional de Estadística, a los que estima la Organización Mundial de la Salud, que establece que aproximadamente un 5% de la población tiene algún tipo de discapacidad auditiva que necesitaría tratarse.
En este sentido, señala que, aunque la patología activa se produce en el oído, esta tiene un impacto sobre el cerebro y sobre cómo nos relacionamos. Por lo que, “hay que desterrar la idea de que la audición es prescindible, no podemos prescindir del sentido de la audición”, incide.
Si una persona tiene discapacidad auditiva, “su entorno laboral y su desarrollo social o integración social podría ser peor de lo normal” y, en todo ello, la comunicación verbal es “clave”. De hecho, “si la pérdida de audición no se trata adecuadamente está demostrado que lleva al aislamiento social, lo que aumenta el riesgo de depresión y demencia”.
Audición y riesgo de demencia
Acerca de la relación existente entre pérdida de audición y desarrollo de enfermedades neurodegenerativas en la tercera edad, el experto de la USAL advierte que estudios recientes indican que abordar los problemas de audición que suelen empezar a cursarse a partir de los 45 o 50 años reduciría en un 9% el riesgo de padecer demencia. “la hipoacusia se ha destapado como el riesgo que más impacto tiene sobre la probabilidad de sufrir demencia en la ancianidad y, a su vez, como el más fácilmente prevenible”, sugiere al respecto.
A la hora de enumerar otros factores que inciden directamente en la deficiencia o en los trastornos auditivos, son importantes aquellos que tienen que ver con el envejecimiento, cuanto más envejecida está una población, hay mayor riesgo e incidencia de las pérdidas auditivas.
Sin olvidar las consecuencias de una mala alimentación o de la mala salud en general de una persona. Por ejemplo, patologías tan comunes como la hipercolesterolemia podrían ser causantes de pérdida de audición, por lo que “mantener una buena salud en general ayuda a mantener una buena audición en general”.
Referencia del artículo:
Marrufo-Pérez, M.I., Fumero, M.J., Eustaquio-Martín, A., Enrique A. López-Poveda. Impaired noise adaptation contributes to speech intelligibility problems in people with hearing loss. Sci Rep 14, 28807 (2024). https://doi.org/10.1038/s41598-024-80131-9
Fuente: USAL
artículo original de: https://www.saludadiario.es/investigacion/la-adaptacion-al-ruido-de-fondo-es-clave-para-la-comprension-del-habla-en-personas-con-perdida-de-audicion/