En una medida que ha causado sorpresa y polémica a nivel internacional, el presidente de Botsuana, Mokgweetsi Masisi, ha anunciado recientemente su intención de regalar a Alemania nada menos que 20.000 elefantes. Este inusual ofrecimiento, según el mandatario, es una respuesta directa a la política del gobierno alemán con respecto a la fauna salvaje y, más concretamente, a los elefantes. Masisi ha declarado que, de esta manera, los alemanes podrán «vivir con los animales de la forma en que ustedes intentan decirnos».
Tal ha sido el impacto de este anuncio que diversos medios de comunicación alemanes y organizaciones de conservación del medio ambiente ya están analizando posibles ubicaciones donde estos mamíferos podrían ser reubicados. Entre las áreas consideradas figuran la localidad de Uckermark, en el noreste de Brandemburgo, y el estado federado de Baja Sajonia, en el norte del país.
El anuncio de esta sorprendente oferta del presidente de Botsuana se produjo poco después de unas conversaciones mantenidas en Berlín entre el ministro de Medio Ambiente de Botsuana, Dumizweni Mthimkhulu, y su homóloga alemana, Steffi Lemke, del partido Los Verdes. Según fuentes cercanas a las negociaciones, los ministros probablemente habrían discutido sobre los planes del gobierno alemán de prohibir o, al menos, restringir drásticamente la importación de trofeos de animales salvajes, incluyendo los de elefantes, una práctica en la que Alemania ocupa el primer lugar en la Unión Europea.
En este sentido, es importante recordar que el Parlamento belga decidió en enero de este año 2024, por unanimidad, prohibir la importación al país de trofeos de caza de especies amenazadas. En contraposición, Botsuana ha solicitado a Francia y Reino Unido que no introduzcan restricciones de este tipo.
Para el gobierno de Botsuana, la caza de elefantes, un sector económico de gran relevancia que atrae a turistas adinerados principalmente de Europa y Estados Unidos, genera ingresos de alrededor de dos millones de euros cada año, que benefician a unas 50 comunidades. Por tanto, cualquier restricción en la importación de trofeos de caza podría tener consecuencias económicas significativas para el país.
Además, el presidente Masisi ha señalado que los 130.000 elefantes que habitan en su país son una auténtica plaga. En Alemania, por el contrario, solo viven unos 130 elefantes, la mayoría en zoológicos. Botsuana, un país una vez y media el tamaño de Alemania, alberga casi un tercio de todos los elefantes africanos.
El mandatario africano también sostiene que estos mamíferos atacan a humanos a diario, a menudo con consecuencias mortales, y que los planes de Alemania y de otros países de la UE están perjudicando a su país, alimentando la pobreza y provocando la caza furtiva. Según datos de la Agencia Federal para la Conservación de la Naturaleza, el año pasado se importaron en Alemania 650 trofeos de caza, 26 de los cuales eran de elefantes africanos.
Por su parte, la ministra alemana de Medio Ambiente, Steffi Lemke, ha negado que las conversaciones con su colega de Botsuana hayan descarrilado. Según la funcionaria, se trató de un diálogo «abierto y constructivo», y Mthimkhulu incluso invitó a Lemke a visitar Botsuana para que pudiera hacerse una idea de la situación. La ministra alemana ha declinado de momento la invitación, alegando falta de tiempo.
La controversia no se ha limitado a Alemania y Botsuana. El Gobierno de Namibia, país vecino de Botsuana, ha enviado una dura carta a Lemke condenando las restricciones a la importación de trofeos de caza, a las que ha calificado de «injerencia neocolonial» en asuntos internos de su país.
En cualquier caso, la propuesta de Botsuana ha despertado un gran interés en Alemania. Sin embargo, ninguno de los implicados parece dar por hecho que los elefantes vayan realmente a ser enviados a Alemania. La Agencia Estatal para la Conservación de la Naturaleza de Renania del Norte-Westfalia ha destacado la «gran variedad de hábitats» a los que el elefante africano puede adaptarse, mientras que la organización no gubernamental WWF ha subrayado que «quien quiera que elefantes y otros grandes mamíferos puedan sobrevivir a largo plazo, no debe dejar que la población local se enfrente sola a estos retos».