La pérdida de masa muscular, el debilitamiento de los huesos, la ralentización del metabolismo y los problemas posturales son algunas de las consecuencias negativas vinculadas al sedentarismo. No obstante, quienes practican deporte no están exentos de riesgos, puesto que son más susceptibles de padecer lesiones: fracturas, dislocaciones, esguinces, tendinitis, etc.

La fisioterapia preventiva evita estas patologías anteriores aplicando tratamientos con medios físicos (calor, frío, ultrasonidos), masajes y/o medios mecánicos (por ejemplo: las torres de pilates). Entre los recursos que los fisioterapeutas necesitan para poder llevar a cabo las sesiones que requiere el paciente, se encuentran las camillas, las cuales pueden ser de varios tipos: plegables, hidráulicas, eléctricas…, aunque en todo momento han de cumplir la directiva del Parlamento Europeo.

De esta manera, el fisioterapeuta podrá estar seguro de maniobrar durante la sesión fácilmente, sin amenazar la seguridad del paciente y garantizando la comodidad y buena postura del mismo.

Más vale prevenir que curar

La escoliosis es el trastorno que afecta a la columna vertebral más común entre niños y adolescentes. Sin embargo, muchos adultos también la sufren: la OMS calcula que 3 de cada 100 ciudadanos tienen alguna desviación en la columna. Ello repercute en el bienestar físico tanto de las personas sedentarias como de las más deportistas: los hombros se cargan, las escápulas se tensan, las cervicales molestan, la resistencia para mantenerse en pie (estático o en movimiento) durante un periodo de tiempo razonable decrece, etc.

La fisioterapia valora el cuerpo como un todo. Cuando, además, es preventiva, los fisioterapeutas trabajan el sistema musculoesquelético de forma integral. De este modo, se logra prevenir las patologías causadas por unos hábitos posturales inadecuados.

¿Cómo actúa la fisioterapia preventiva?

En primer lugar, el fisioterapeuta debe conocer el estado de salud del paciente y valorar factores como la edad, el nivel de fuerza, la resistencia y el grado de flexibilidad. También ha de comprobar si tiene alguna enfermedad importante.

A partir de estos datos, el profesional diseña las sesiones de fisioterapia preventiva, ajustándolas al caso particular del paciente y teniendo en cuenta los objetivos que se esperan conseguir.

Por último, el profesional desarrolla el tratamiento recurriendo a los recursos (medios físicos, masajes y/o medios mecánicos) que considera necesarios para lograr la meta de cada sesión.

Cuidando de la salud física con técnicas no invasivas

Que el paciente tome conciencia de su propio cuerpo, y aprenda por sí mismo a adoptar una postura adecuada en cualquier contexto, es la meta principal de la fisioterapia preventiva, la cual aporta los siguientes beneficios:

• Promover una higiene postural positiva.
• Disminuir los riesgos de lesión al conocer los propios límites físicos y no excederlos.
• Aumentar la flexibilidad.
• Favorecer la movilidad articular.
• Trabajar la musculatura profunda, que es la más próxima a las articulaciones, a los órganos internos y al hueso.

Un entorno laboral adaptado a la fisioterapia preventiva

Las sesiones de fisioterapia preventiva necesitan un espacio físico amplio, con camillas, taburetes, carros y otros accesorios (cojines cilíndricos y cojines para cervicales) que garanticen la comodidad del paciente durante el tiempo que dura la sesión (entre 45 y 60 minutos de media).

En cuanto a las camillas para fisioterapia, hay varias opciones disponibles: algunas incorporan un agujero facial, otras disponen de un mando remoto, hay modelos que integran un sistema de calefacción y prototipos que incluyen una función manual para reclinar el respaldo por pistón de gas.

Estos productos se encuentran disponibles en tiendas online como Stetica Profesional, que también incorpora en su catálogo productos de aparatología; muy útil en la fisioterapia para tratar la artrosis, por ejemplo (en el caso de la radiofrecuencia).