La Unión Europea se enfrenta a una encrucijada crítica, marcada por desafíos internos y externos que amenazan su estabilidad y cohesión. La reciente victoria de Donald Trump en Estados Unidos ha intensificado estas preocupaciones, especialmente en un momento en que la UE intenta solidificar su apoyo a Ucrania en su conflicto con Rusia. Además, la crisis política en Alemania, uno de los principales motores económicos del bloque, agrava la situación.
En un intento por mostrar unidad, los líderes europeos se reunieron en una cumbre en Budapest, organizada por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, conocido por su cercanía al Kremlin y su afinidad con Trump. Durante el encuentro, se reafirmó el compromiso de la UE de apoyar a Kiev en su lucha contra la invasión rusa. Sin embargo, la posible influencia de Trump en la Casa Blanca genera dudas sobre la continuidad del apoyo militar y económico a Ucrania si el respaldo de Washington se debilita.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, consciente de la frágil situación, expresó su preocupación por la presión que podría forzar a Ucrania a aceptar un acuerdo con Rusia. En su intervención en Budapest, Zelenski destacó que ceder ante Vladímir Putin sería inaceptable y suicida para Europa. «La paz es la recompensa solo para los fuertes», afirmó, subrayando la necesidad de mantener una postura firme.
El presidente francés, Emmanuel Macron, también intervino en la cumbre, haciendo un llamado a Europa para que defienda sus intereses en un mundo donde las potencias como Estados Unidos y China buscan imponer sus narrativas. «Debemos decidir si queremos escribir nuestra propia historia o que la escriban otros», advirtió Macron, enfatizando la importancia de la autonomía estratégica europea.
Pérdida de competitividad
La UE enfrenta una pérdida de competitividad significativa frente a potencias como Washington y Pekín. La incertidumbre sobre el futuro de las relaciones transatlánticas bajo un posible segundo mandato de Trump plantea riesgos, como una potencial guerra comercial o la retirada del escudo de seguridad estadounidense. Además, Europa experimenta un auge de movimientos populistas y de ultraderecha, impulsados por las ideas de Trump.
El líder húngaro, Orbán, expresó sus reservas sobre la capacidad de Europa para financiar la ayuda a Ucrania en ausencia de apoyo estadounidense. «¿Quién va a pagar por ello y cómo?», cuestionó, sugiriendo que el cese del apoyo a Kiev podría poner fin a la guerra.
En un gesto simbólico, Orbán recibió a los líderes europeos en el estadio Ferenc Puskas, tratando de romper el hielo con anécdotas futbolísticas. Sin embargo, el desafío más serio es cómo la UE abordará las estrategias futuras frente a las acciones de Trump. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, enfatizó la necesidad de unidad, afirmando que «el futuro de Europa está en nuestras manos, tenemos que actuar ahora».
El jefe del Consejo Europeo, Charles Michel, subrayó la importancia de la firmeza en las relaciones con regímenes autoritarios, señalando que una postura débil de Estados Unidos con Rusia podría tener implicaciones significativas para China. «Los autócratas del mundo deben recibir claro el mensaje de que no se trata del derecho de ser los más fuertes sino del imperio de la ley», afirmó Michel.
En busca de “nuevos instrumentos financieros”
A pesar de haber tenido hasta ocho años desde la primera victoria de Trump para prepararse, la UE no ha tomado medidas decisivas en términos de seguridad y defensa. La vuelta de Trump podría actuar como un catalizador para definir un modelo de defensa europeo, aunque también corre el riesgo de continuar con la inacción. Durante la cumbre, los líderes acordaron explorar «nuevos instrumentos» para mejorar la competitividad europea, aunque los detalles son escasos y los plazos, amplios.
Además de los desafíos externos, la cumbre también se centró en la crisis alemana. El canciller alemán, Olaf Scholz, no asistió debido a problemas internos, aunque se espera su participación en la reunión del viernes. La situación en Alemania, un pilar económico de Europa, es crítica. La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, destacó que «Europa no es fuerte sin una Alemania fuerte».
La debilidad de Macron, afectado por el avance de la ultraderecha, también ha impactado a la UE. La coalición alemana entre socialdemócratas, verdes y liberales muestra signos de inestabilidad, lo que ha llevado a algunos a considerar las elecciones anticipadas como una oportunidad para reforzar la estabilidad en el bloque comunitario. «Es importante que Alemania tenga elecciones pronto porque necesitamos una Alemania fuerte», declaró el primer ministro finlandés, Petteri Orpo.
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