La huelga contra Netanyahu cierra bancos, universidades y factorías, pero no paraliza Israel



Israel enfrentó una jornada de huelga masiva en contra del primer ministro Benjamin Netanyahu, afectando diversos sectores del país, pero sin llegar a paralizarlo por completo.



En una demostración de descontento sin precedentes, Israel vivió una huelga masiva que cerró bancos, universidades y factorías. La protesta estuvo dirigida contra las políticas del primer ministro Benjamin Netanyahu, generando un impacto significativo en varias industrias y servicios esenciales del país. Sin embargo, a pesar de la magnitud de la movilización, Israel no llegó a un estado de parálisis total.

La huelga fue convocada por diversas organizaciones y sindicatos, incluyendo la Histadrut, la principal confederación sindical del país. La medida se tomó en respuesta a una serie de decisiones políticas y económicas de Netanyahu que han generado controversia y descontento entre amplios sectores de la sociedad israelí. Entre las principales quejas se encuentran las reformas judiciales propuestas por Netanyahu y su gobierno, que muchos consideran una amenaza a la democracia y al estado de derecho en Israel.

Impacto en la educación y la economía



Uno de los sectores más afectados por la huelga fue la educación. Universidades y colegios cerraron sus puertas en solidaridad con la protesta, dejando a miles de estudiantes sin clases. Los sindicatos de profesores y personal académico expresaron su preocupación por el futuro del sistema educativo bajo las políticas actuales del gobierno. Consideran que las reformas podrían poner en riesgo la calidad de la educación y la autonomía académica.

En el ámbito económico, los bancos también cerraron sus puertas, lo que generó inconvenientes para los ciudadanos y las empresas que necesitaban realizar transacciones financieras. Las factorías y plantas industriales detuvieron su producción, lo que podría tener repercusiones a corto y mediano plazo en la economía del país. La huelga también afectó al transporte público, aunque en menor medida, ya que algunos servicios continuaron operando para evitar un colapso total del sistema.

Reacción del gobierno y de Netanyahu



El gobierno de Netanyahu respondió a la huelga con una mezcla de condena y llamados al diálogo. En un discurso televisado, el primer ministro calificó la huelga de «irresponsable» y acusó a los organizadores de intentar desestabilizar al país. Sin embargo, también expresó su disposición a dialogar con los líderes sindicales y las organizaciones civiles para encontrar una solución a las demandas planteadas.

Netanyahu defendió las reformas judiciales propuestas por su gobierno, argumentando que son necesarias para garantizar la seguridad y la estabilidad de Israel. Según el primer ministro, las reformas buscan equilibrar los poderes del Estado y evitar la politización del sistema judicial. No obstante, sus críticos consideran que estas medidas podrían debilitar la independencia judicial y concentrar demasiado poder en manos del ejecutivo.

Reacciones de la sociedad civil y la comunidad internacional



La huelga recibió un amplio apoyo de la sociedad civil israelí, con manifestaciones y actos de protesta en varias ciudades del país. Organizaciones de derechos humanos, grupos estudiantiles y movimientos sociales se unieron a la movilización, destacando la importancia de defender la democracia y los derechos fundamentales en Israel. Varios líderes de la oposición también expresaron su apoyo a la huelga y pidieron al gobierno que reconsiderara sus políticas.

La comunidad internacional observó con atención los acontecimientos en Israel. Varios países y organizaciones internacionales expresaron su preocupación por la situación y llamaron al diálogo entre el gobierno y los manifestantes. La Unión Europea emitió un comunicado en el que instó a las autoridades israelíes a respetar el derecho a la protesta pacífica y a buscar soluciones a través del diálogo y el consenso.

Perspectivas futuras



Aunque la huelga no logró paralizar Israel por completo, sí demostró el amplio descontento existente en el país y la capacidad de movilización de los sectores opositores a Netanyahu. La jornada de protesta podría ser un punto de inflexión en la política israelí, obligando al gobierno a reconsiderar algunas de sus decisiones y a buscar un mayor consenso con la sociedad civil.

El futuro de las reformas judiciales y otras políticas controvertidas de Netanyahu sigue siendo incierto. La presión de la opinión pública y la movilización de los sindicatos y las organizaciones sociales podrían llevar a cambios significativos en el rumbo del gobierno. Sin embargo, también existe la posibilidad de que Netanyahu y su equipo mantengan su postura, lo que podría generar nuevas tensiones y conflictos en el país.

En cualquier caso, la huelga ha dejado claro que una parte importante de la sociedad israelí está dispuesta a luchar por sus derechos y por la democracia. La capacidad de los ciudadanos para movilizarse y expresar su descontento es un recordatorio de la importancia de la participación cívica y del diálogo en la construcción de un país más justo y democrático.

La huelga contra Netanyahu ha cerrado bancos, universidades y factorías, pero no ha paralizado Israel. A pesar de los inconvenientes y las interrupciones, la vida en el país ha continuado, mostrando la resistencia y la determinación de sus ciudadanos. El futuro de las políticas del gobierno y de las demandas de los manifestantes aún está por definirse, pero lo que es seguro es que la voz del pueblo ha sido escuchada y no puede ser ignorada.
EL PAÍS

Primer huelga contra el Gobierno de Netanyahu en 11 meses de conflicto

El lunes, Israel vivió una jornada de huelga en la que bancos, puertos, factorías y universidades detuvieron sus actividades. Esta huelga, convocada por la gran central sindical Histadrut, es la primera que enfrenta el Gobierno de Benjamín Netanyahu en casi un año de guerra. La huelga surgió tras la indignación por el hallazgo de seis nuevos cadáveres de rehenes en un túnel de Gaza, quienes podrían haber regresado vivos con un acuerdo de alto el fuego que Netanyahu ha obstaculizado desde diciembre.

La huelga inició a las 6:00 (5:00 hora local) con una duración prevista de 24 horas, pero se redujo a ocho horas y media. Primero, Arnon Bar-David, presidente de la Histadrut, anunció al tribunal laboral que la huelga finalizaría a las 18:00. Sin embargo, la corte ordenó concluirla a las 14:30, considerándola una huelga “política” y “sin vinculación” con el asunto de los rehenes israelíes en Gaza.

El impacto de la huelga varió según la localidad, el sector y la fuerza de cada sindicato. Por ejemplo, la mayoría de bancos y universidades se sumaron, al igual que importantes empresas del sector privado. La empresa eléctrica y el servicio postal también participaron, aunque el seguimiento en los puertos fue desigual.

Las empresas municipales de autobuses en Tel Aviv y Jerusalén solo pararon durante las primeras seis horas del día. Los colegios de primaria, que no estaban en huelga por un conflicto salarial, reabrieron a las 12:00, mientras que el metro ligero en Haifa continuó funcionando.

Un termómetro importante de la huelga fue el aeropuerto internacional Ben Gurión de Tel Aviv. Después de presiones durante el domingo, el paro se limitó a dos horas (de 8:00 a 10:00) solo para los despegues, sin afectar los aterrizajes. A pesar de esto, la Histadrut y el Ministerio de Transportes, dirigido por la derechista Miri Regev, mantuvieron un pulso pasado esa hora, lo que provocó retrasos y largas colas debido a estrategias como frenar la facturación y recogida de equipaje. Solo siete vuelos salieron hacia Estados Unidos.

En una entrevista radiofónica, Yaniv Levy, presidente del departamento de Relaciones Públicas de la Histadrut, aseguró que “el 95% de las autoridades locales están en huelga” y abrió la puerta a nuevas convocatorias que incluyan más sectores. El ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich, se opone a un acuerdo de alto el fuego y afirmó que la huelga “cumple los sueños” del líder de Hamás, Yahia Sinwar. Además, ordenó descontar el salario a quienes no acudieran a trabajar.

A pesar de su desigual éxito y corta duración, esta huelga es el primer paro contra el Gobierno de Netanyahu desde marzo de 2023, motivado por su polémica reforma judicial. Tras dos semanas de agravios y doce rehenes regresando en ataúdes, la indignación alcanzó un nuevo punto álgido. Según las autopsias, los seis últimos rehenes fueron asesinados a quemarropa entre 48 y 72 horas antes de su hallazgo, aparentemente ejecutados por sus captores al entender que los soldados descubrieron su escondrijo.

El único rehén hallado con vida en un túnel fue el beduino Qaid Farhan Alkadi, el único musulmán entre los rehenes. Los doce israelíes judíos encontrados sin vida en Gaza en tan pocos días desacreditaron aún más el argumento de Netanyahu de que “la presión militar acerca un pacto, en vez de alejarlo”.

Este domingo, unas 500,000 personas, alrededor del 5% de la población del país, salieron a las calles de 40 localidades. En Tel Aviv, jóvenes urbanos, habitantes de kibutz y veteranos de la Guerra del Yom Kipur de 1973 corearon cánticos como “¡Todos [los rehenes] ahora!”, “¡Acuerdo ya!” y “¡Tú eres el líder, tú eres culpable!”, en alusión a Netanyahu.

El presidente de la Histadrut, consciente de las presiones para paralizar el país, insistió en que un alto el fuego para traer de vuelta a los 101 rehenes aún en Gaza es más importante que cualquier otro criterio. La Histadrut, reticente a llamar a la huelga, había estado negociando con el Ministerio de Finanzas una mejora salarial en los convenios.

Aún hay 18 arrestados por las protestas en Tel Aviv, no en la manifestación general, sino en torno a la medianoche cuando varios miles lograron cortar la carretera de circunvalación Ayalón. Los policías emplearon cañones de agua y granadas de ruido para dispersarlos. Al avanzar, empujaban a la gente, mientras los manifestantes encendían hogueras y montaban barricadas en medio de la carretera, entonando lemas como “Bibi mata a los rehenes”, “Policía, ¿a quién proteges?” y “[Itamar] Ben Gvir es un terrorista”. Los forcejeos con los manifestantes fueron constantes durante las tres horas que duró el bloqueo de Ayalón.

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