El ejército israelí rescata a un rehén en un túnel de Gaza

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Rescate exitoso en Gaza: Qaid Farhan Alkadi vuelve a Israel tras 326 días como rehén

El ejército y los servicios secretos de Israel han anunciado este martes el rescate en un túnel en el sur de Gaza de uno de los más de 100 rehenes israelíes. Se trata de Qaid Farhan Alkadi, un beduino de 52 años y padre de 11 hijos que trabajaba como guarda en una fábrica de empaquetado en Magen, uno de los kibutz en las proximidades de Gaza atacados el 7 de octubre de 2023. Los milicianos de Hamás lo tomaron aquel día como rehén y este martes, 326 días más tarde, fuerzas de distintas unidades de élite lo han llevado de vuelta con vida a Israel.

Las autoridades apenas han aportado detalles de la operación ―a fin de preservar la “seguridad nacional” y la del resto de rehenes y las tropas― y han ido rebajando el relato heroico a lo largo de la jornada. El portavoz militar, Daniel Hagari, habló inicialmente de una operación “compleja y valiente” basada en “información de inteligencia precisa”, pero un alto mando del ejército acabó admitiendo que Qaid Farhan Alkadi fue hallado solo, sin sus captores, y no hubo tiroteos. Una “casualidad”, en palabras de corresponsales de asuntos militares de medios locales. “Cuando oí hebreo al otro lado de la puerta, no me lo podía creer. No me lo creía”, dijo al presidente israelí, Isaac Herzog, por teléfono desde el hospital Soroka, al que ha sido trasladado y donde se ha reunido con sus familiares.

El rescatado se encuentra en “buen estado general de salud”, ha indicado un portavoz del hospital. En los primeros vídeos y fotografías difundidos por las autoridades aparenta buen estado, aunque más delgado que en las fotografías previas a su captura. “Ha perdido al menos 20 kilos”, señaló uno de los sobrinos que lo visitó, Faiz Sana. El rescatado contó a un familiar que solo comía pan, y no a diario, y que no vio el sol durante su cautiverio. Cuando reciba el alta, volverá a su casa, en una aldea cercana a la ciudad de Rahat, en el desierto del Neguev.

En uno de los vídeos, habla por teléfono con el primer ministro, Benjamín Netanyahu. Tras darle las gracias, le recuerda que “hay otras personas que esperan”, en alusión al resto de rehenes en Gaza (108, de los que se estima ya sin vida a entre un tercio y la mitad) y cuya suerte se negocia estos días en El Cairo.

Delegaciones de Israel y de Hamás tratan de alcanzar allí, a través de mediadores, un acuerdo de alto el fuego que ponga fin por fases a la guerra, que se ha cobrado más de 40.000 vidas palestinas y devastado barrios enteros. Ante la ausencia de avances sustanciales en el diálogo, los mediadores han optado recientemente por dejar para el final uno de los temas más espinosos: el futuro de los corredores Filadelfia, en la frontera con Egipto, y Netzarim, que corta Gaza en dos mitades. Por ello, y ante la tentación de que el Gobierno se concentre en la vía militar, el principal foro israelí que presiona por el éxito de las negociaciones ha emitido un comunicado para subrayar que los rehenes “no pueden permitirse el lujo de esperar a un milagro” como el de Qaid Farhan Alkadi, ya que “las operaciones militares por sí solas no pueden liberarlos a todos”.

Es, de hecho, tan solo el octavo rehén israelí (dos de ellos también con nacionalidad argentina) rescatado por las tropas en casi 11 meses de guerra, sobre todo en dos macrooperaciones sorpresa, en febrero y en junio, acompañadas de bombardeos masivos que causaron en total más de 400 muertos, según las autoridades sanitarias de Gaza. El ejército también ha recuperado una treintena de cadáveres, los últimos seis la pasada semana.

La inmensa mayoría de los de 251 rehenes que las milicias de Gaza tomaron el 7 de octubre recobró la libertad de forma negociada. Fueron más de 100, canjeados en noviembre por la excarcelación de presos palestinos y la entrada de más ayuda humanitaria, en la única semana sin bombardeos de una invasión con decenas de muertos diarios por los bombardeos israelíes; una crisis humanitaria provocada que ha hecho reaparecer enfermedades, como la polio, 25 años después; y una rutina de desplazamientos masivos de población. La última en Deir al Balah ha transformado el trabajo de ayuda de Naciones Unidas, que tiene allí su centro de operaciones, en “extremadamente difícil”, según ha señalado este martes Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general, António Guterres.

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