La PS5 y la Xbox Series X se presentaron como dos consolas capaces de mover juegos en 4K y a 60 FPS, pero la realidad ha demostrado que esto no siempre es así. Ambas consolas pueden alcanzar ese nivel en juegos de transición generacional, es decir, aquellos desarrollados también para funcionar en PS4 y Xbox One, pero enfrentan serios problemas con juegos más exigentes.
Esta es precisamente una de las mentiras más importantes que todavía persisten alrededor de ambas consolas: la idea de que son capaces de mover todos sus juegos en resolución 4K (2160p). En la práctica, esta resolución es un desafío con cualquier motor gráfico actual, y la verdad es que se ven obligadas a recurrir a técnicas de reescalado y resoluciones más bajas para conseguir un rendimiento aceptable.
Existen numerosos ejemplos, pero basta con observar el rendimiento de cualquier juego actual y el uso de diferentes modos de rendimiento para darse cuenta de la realidad que viven ambas consolas. Incluso la resolución 1080p puede ser un desafío para mantener los 60 FPS.
Por esta razón, los juegos desarrollados con motores gráficos actuales, como el Unreal Engine 5, utilizan como mínimo dos modos:
- Modo rendimiento, que generalmente reduce la resolución de renderizado a menos de 864p o incluso a niveles inferiores, y luego reescala a 2160p para ofrecer 60 fotogramas por segundo.
- Modo calidad, que suele partir de resoluciones entre 1080p y 1296p para reescalar a 2160p, manteniendo una tasa de 30 fotogramas por segundo.
El modo a 40 FPS es una opción intermedia muy interesante en PS5 y Xbox Series X
Sin embargo, este modo no se está utilizando demasiado en juegos. Esto se debe a que el modo a 40 FPS necesita de una pantalla con una tasa de refresco de 120 Hz para funcionar correctamente. Este es el problema: no todo el mundo tiene una televisión con una tasa de refresco tan alta, y por eso muchos desarrolladores no están dispuestos a hacer el esfuerzo extra que representa introducir dicho modo.
El modo a 40 FPS permite un mejor equilibrio entre resolución y rendimiento, ya que evita reducir la resolución al nivel tan bajo que siempre encontramos en el modo rendimiento, y al mismo tiempo consigue una mejora de fluidez más importante de lo que podría parecer a simple vista.
Yo ya he hecho la prueba con varios juegos, y pasar de 30 FPS a 40 FPS supone un cambio notable en términos de fluidez, marcando una diferencia importante, sobre todo en juegos de acción rápida y en aquellos donde la velocidad de reacción es fundamental. Obviamente, la experiencia no es tan buena como la que tendríamos jugando a 60 FPS, pero curiosamente está más cerca de esta experiencia que de la que conseguimos con 30 FPS.
Estoy convencido de que conforme avance la adopción de televisores y pantallas con tasas de refresco de 120 Hz, este modo se irá haciendo cada vez más popular. Sin embargo, ahora mismo los desarrolladores siguen teniendo como punto de partida las pantallas clásicas con tasas de refresco de 60 Hz, y por eso los modos de 30 FPS y 60 FPS siguen siendo los dominantes.