En el mundo moderno, encontrar espacios de estacionamiento seguros y legales para nuestros vehículos es una tarea cada vez más difícil. Esto es algo que casi nadie discute. Independientemente de si necesitamos o no nuestro coche, debemos aparcarlo en algún lugar que no obstaculice a otros usuarios de la vía. Sin embargo, cuando los estacionamientos son escasos, la paciencia puede agotarse y pueden surgir fenómenos como el «icing», una práctica cada vez más común que puede resultar en multas.
Establecer que aparcar nuestros coches es más complicado que nunca es un hecho que se ha comprobado. Pero, ¿qué ha llevado a esta situación? Varios factores contribuyen a ello. El primero es el crecimiento gradual de nuestros coches. Por ejemplo, hace unas décadas, un coche urbano medía alrededor de 3.75 metros, un compacto rondaba los 4 metros y una berlina media apenas superaba los 4.5 metros. Ahora, un compacto puede llegar a los 4.5 metros y los SUV de casi 5 metros de largo son comunes en las grandes ciudades.
El segundo motivo es la creciente escasez de lugares de estacionamiento, particularmente en zonas céntricas de las grandes ciudades, que han ido cerrando sus calles al tráfico rodado, limitando las opciones de estacionamiento para vehículos privados en la calle.
Para muchos conductores, encontrar un lugar para estacionar su vehículo implica invertir demasiado tiempo, lo que les lleva a estacionar en lugares no aptos para ello. Estos lugares pueden ser las plazas de estacionamiento reservadas para vehículos enchufables, generalmente pintadas de color verde o azul, equipadas con un cargador y señalizadas con una señal R-308, que indica el propósito de estas plazas y la obligación de estar cargando para tener derecho a utilizarlas.
El término «icing» proviene de Norteamérica y se refiere al comportamiento de los conductores que estacionan su coche en plazas reservadas para vehículos eléctricos, dejando su coche «congelado» en lugares que no le corresponden, bloqueando una plaza reservada para que un vehículo con batería pueda recargarse.
Este comportamiento no suele quedar impune y los conductores pueden llevarse una desagradable sorpresa al regresar a recoger su coche, que está mal aparcado. Ignorar las señales y aparcar un coche en una plaza reservada para realizar recargas puede resultar en una multa de 200 euros y, además, la posibilidad de que el vehículo sea inmovilizado y remolcado por la grúa municipal si bloquea gravemente un punto de carga.
Este fenómeno del «icing» pone de manifiesto la necesidad de una mayor concienciación sobre el uso adecuado de los espacios de estacionamiento, especialmente aquellos reservados para vehículos eléctricos. Asimismo, subraya la creciente demanda de más espacios de estacionamiento en las ciudades y la necesidad de adaptar nuestras infraestructuras urbanas y nuestras actitudes a la creciente popularidad de los vehículos eléctricos.