Oksana Fomeniuk, una madre ucraniana de 35 años, había estado viviendo en un hospital con su hija Solomiya durante casi tres años, creyendo que estarían a salvo de los bombardeos. Sin embargo, su fe se desvaneció cuando un misil impactó en el hospital el 8 de julio. La explosión, que tuvo lugar en el hospital Ojmatdit, el mayor centro de especializaciones pediátricas de Ucrania, dejó dos muertos, 18 heridos y 94 menores evacuados, incluyendo a Solomiya.
Un mes y medio después del ataque, los padres de los pacientes del hospital, muchos de los cuales sufren de enfermedad renal en estado terminal, están preocupados. No se ha llegado a un acuerdo para reconstruir el hospital, hay rumores de que el servicio de nefrología no será reinstaurado y el director del centro ha sido suspendido.
Todos los niños afectados por el ataque sufrían de una forma de insuficiencia renal crónica que sólo se puede solucionar con un trasplante. Antes del ataque, estos niños tenían acceso a un servicio único en Ucrania: una unidad de hemodiálisis infantil donde podían vivir y ser monitorizados las 24 horas.
El ataque al hospital ha puesto de manifiesto las consecuencias de los ataques rusos en el sistema de salud ucraniano. Desde el 24 de febrero de 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha verificado 1.921 ataques contra instalaciones médicas, laboratorios, ambulancias, personal y pacientes en Ucrania.
María Ionova, diputada del Parlamento y miembro del patronato del Ojmatdit, destacó que el hospital trató a unos 25.000 niños cada año y realizó más de 200.000 consultas y unas 12.000 cirugías antes de la invasión rusa.
Los niños afectados por el ataque estaban recibiendo hemodiálisis en el momento de los bombardeos. Fomeniuk relató que los doctores iniciaron el proceso de apagado de las máquinas cuando impactó el primer misil, y siete segundos después, cayó el segundo.
Cuando Fomeniuk emergió del refugio después del ataque, se encontró con un escenario devastador. La doctora Svitlana Lukianchuk, una de las dos especialistas en nefrología pediátrica, estaba entre los muertos. Afortunadamente, todos los niños fueron evacuados con vida y sin lesiones graves.
Desde el ataque, los niños no están recibiendo los mismos cuidados. Los dos únicos especialistas que se ocupaban de ellos ya no pueden hacerlo. Además, la OMS informa que el 5% de la población ucraniana no tiene acceso a ningún médico de familia y casi todos los hogares (81%) tienen problemas para obtener los medicamentos necesarios.
La rehabilitación de los servicios y la restauración de los edificios del hospital Ojmatdit están complicándose. La diputada Ionova estima que el coste de la reparación será de unos 20 millones de euros. Sin embargo, se han recaudado más de 40 millones de euros para la restauración, por lo que el precio no debería ser un problema.
Sin embargo, la rehabilitación está en espera debido a problemas con la licitación para las obras. El ministro de Sanidad, Viktor Liashko, ha ordenado la cancelación del procedimiento y ha formado un consejo para supervisar la restauración del hospital.
La idea de convertir el hospital en un servicio diurno y ambulatorio no es una solución para los padres de los niños afectados. Muchos de los niños provienen de regiones en conflicto y no pueden volver a casa para recibir tratamiento.
Para Fomeniuk y otros padres, sus vidas nunca volverán a ser las mismas, ya que ahora saben que no hay lugar seguro, ni siquiera un hospital.