La revolución de la tecnología de asistencia a la conducción y sensores inteligentes que ya ha impactado a los coches y motos, ahora está transformando el mundo de las bicicletas. El acto de pedalear, que alguna vez fue una simple actividad recreativa o un medio de transporte, se está volviendo cada vez más diverso y emocionante, gracias a la adopción generalizada de bicicletas asistidas por un motor eléctrico. Esto ha llevado a los fabricantes de bicicletas a ver en ellas el futuro de la industria.
Un ejemplo exquisito de esta tendencia es la nueva bicicleta urbana Diem de Orbea, presentada recientemente. Viene equipada con una serie de soluciones eléctricas, como luces de posición, faros potentes, un marco que absorbe los impactos del terreno y un sistema de navegación para teléfonos móviles integrado en el manillar. Además, uno de los modelos de la Diem ofrece el sistema Enviolo de transmisión, que se conecta a una aplicación de teléfono móvil, permitiendo al ciclista elegir la cadencia de pedaleo y ajustarla automáticamente al terreno, como un coche automático.
En paralelo, el fabricante de amortiguadores RockShox introdujo su sistema de amortiguación Flight Attendant, completamente inalámbrico y diseñado para bicicletas de montaña. Este sistema está alimentado por pequeñas baterías y equipado con sensores que leen la configuración del terreno y ajustan automáticamente las suspensiones de la bicicleta.
A pesar de la tendencia hacia la electrificación, Orbea inicialmente era reticente a ella, ya que veían críticamente que las bicis equipadas con motor parecían motos. Sin embargo, después de una intensa investigación y pruebas de campo, desarrollaron un sistema que equilibra la experiencia de pedaleo tradicional con la asistencia eléctrica, lo que resultó en un motor Shimano modificado.
En junio de 2018, Shimano presentó el motor ep 800, más ligero y mejor conectado con el ciclista. Orbea logró convencer a Shimano para que este motor tuviera una versión con una electrónica, gestión y sensación de uso distintas. Crearon un firmware propio, que llevó al nacimiento de su motor Rider Sinergy, que asiste al ciclista sin llevarlo en moto.
SRAM, fabricante de cambios, ha sido un importante impulsor de la electrónica en el mundo de las bicicletas. Sin embargo, defiende que el futuro no será completamente inalámbrico, sino que la tecnología solo se utilizará cuando tenga sentido y agregue valor a la experiencia de pedaleo.
El rendimiento y el disfrute son las dos obsesiones de los fabricantes de cuadros y componentes. Robert Graudins, director de RockShox, se muestra abrumado por la gran demanda de su novedoso Flight Attendant. Este sistema de suspensión de ajuste automático es muy atractivo para los competidores de cross country, que pueden concentrarse en la conducción sin preocuparse por los ajustes de cambios o suspensión.
La pregunta que surge es si el desarrollo tecnológico de las bicicletas será exclusivo para las personas con alto poder adquisitivo. Según Narbaiza, de Orbea, todos tienen coche y su mantenimiento sigue siendo mucho más caro que el de una bicicleta eléctrica.
Para Orbea, los retos futuros incluyen aligerar las baterías, minimizar la fricción de los neumáticos sobre el asfalto, diseñar bicicletas más aerodinámicas y con el máximo rendimiento posible. Narbaiza se imagina un futuro en el que las bicis eléctricas predominen y las bicis musculares (bicicletas tradicionales, no eléctricas) sean usadas por pequeños nichos de ciclistas que prefieran pedalear sin asistencia.
Además, Andreas Kölsch, de SRAM, considera que es responsabilidad de los fabricantes gestionar una conversión ecológica en los próximos años, para que la fabricación de bicicletas sea mucho más ecológica. En el futuro, las bicicletas no solo serán más inteligentes y eficientes, sino también más respetuosas con el medio ambiente.