Claudia Sheinbaum, la presidenta electa de México, está al mando y está tomando un papel cada vez más poderoso en el escenario político mexicano. Desde que ganó las elecciones el 2 de junio, ha demostrado un creciente sentido de autoridad y determinación. El jueves, Sheinbaum recibió su acta oficial que la acredita como presidenta electa. En la sede del Tribunal Electoral, aprovechó la oportunidad para enviar un mensaje claro a los magistrados: “La norma electoral es clara sobre la representación [de diputados y senadores] por mayoría y de forma proporcional. Los tribunales en materia electoral conocen a profundidad la legalidad, porque así han actuado en anteriores ocasiones”.
La declaración de Sheinbaum tiene implicaciones significativas. Parece una advertencia a los tribunales para que no interfieran con las mayorías que su partido y sus aliados han ganado en estas elecciones, un asunto espinoso que todavía no se ha resuelto. Este mensaje fue hecho en un tono tan firme y seguro que parecía que ya estaba en la tribuna de las Mañaneras, la conferencia de prensa matutina del presidente.
Posteriormente, ante cientos de simpatizantes y líderes de Morena, Sheinbaum hizo otra declaración: “Sugiero que el partido convoque un congreso en septiembre para elegir a la dirigencia y en el que se actualice este nuevo proceso de transformación, nuestros documentos básicos, nuestros estatutos, y se trace una ruta clara que separe la labor del gobierno de la del partido”. Esta sugerencia tiene un gran peso ya que viene de la futura presidenta de la nación. Aunque se refirió a esto como una ‘sugerencia’, si el presidente actual, López Obrador, hubiera dicho algo similar, todos habrían interpretado que en septiembre se cumpliría su “sugerencia” a cabalidad. ¿Por qué no en este caso?
Sheinbaum ha trabajado de cerca con López Obrador desde que fue nombrada candidata. No ha habido un mitin en el que no haya mencionado su labor, prometido continuarla y rechazado cualquier traición a su legado. Esta actitud le ha atraído críticas, pero también le ha ganado un apoyo inmenso. Obtuvo más de un 59% de los votos emitidos, un porcentaje mayor que el que López Obrador logró en 2018. Dejó a su adversaria 32 puntos más abajo, en medio de una oposición desorientada.
Desde su victoria electoral, Sheinbaum ha tomado una serie de medidas que han reforzado su estatura como presidenta electa. Fue ella quien salió a calmar a los mercados, que estaban nerviosos por la gran mayoría que obtuvo en las urnas. Manifestó pronto su intención de mantener en su puesto al actual secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y mantuvo conversaciones con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OCDE y el poderoso fondo de inversiones BlackRock.
Además, Sheinbaum ha ido presentando a su gabinete de forma gradual. Aún falta designar a los militares, es decir, al secretario de la Defensa Nacional y de la Marina, y algún cargo de alta importancia, como la dirigencia de la petrolera nacional, Pemex. En el nombramiento de quienes conformarán su gobierno también se ha visto su mano: continuidad en las políticas, sí, pero se ha rodeado de antiguos colaboradores y ha demostrado su fortaleza en cuestiones como las que atañen a la academia y las ciencias, de donde ella misma procede.
Sheinbaum también ha sido bien recibida por las clases medias ilustradas, que han aplaudido que el antiguo Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología, tan vapuleado en este sexenio se haya convertido en una secretaría para el próximo, que dirigirá la bióloga y académica de la UNAM Rosaura Ruiz.
A principios de agosto, los gobernadores estatales se han ido reuniendo con ella para ir compartiendo las políticas que les sean comunes, para hacer su nueva carta de peticiones. Sheinbaum recibió al gobernador de Nuevo León, Samuel García, en un encuentro en el que se abordó el asunto de Tesla, la planta de coches eléctricos que el magnate Elon Musk prometió ubicar en este Estado y que ahora mismo está en el aire.
Pero si alguien espera que porque gobierne con voz propia va a dejar de mencionar al presidente, no parece que eso le sea concedido: “Se molestan nuestros adversarios cuando hablo de López Obrador, quieren un deslinde, pero no lo voy a hacer. Es un honor estar con Obrador. Es el mejor presidente que ha tenido México”.