En los últimos años, la popularidad de los cannabinoides ha aumentado exponencialmente, con un enfoque particular en el cannabidiol (CBD). Este compuesto, uno de los más de 120 cannabinoides encontrados en la planta Cannabis sativa, ha visto un aumento en su uso tanto en los medios de comunicación como en el comercio debido a sus posibles aplicaciones terapéuticas.
El CBD ha generado un interés significativo debido a sus propiedades antiepilépticas, analgésicas y antiinflamatorias. A diferencia del tetrahidrocannabinol (THC), la sustancia más famosa de la planta, el CBD no posee propiedades adictivas y no genera dependencia. Sin embargo, la creciente expansión del CBD en el mercado ha superado la velocidad de los estudios sobre sus potenciales beneficios terapéuticos y posibles efectos secundarios. Como resultado, la eficacia supuesta de los productos a base de CBD no siempre está respaldada por observaciones científicas sólidas.
Las empresas que promueven estos productos a menudo hacen declaraciones inespecíficas, aludiendo a mejoras generales en la salud o a beneficios como el relax o la tranquilidad. Esto se debe a que si publicitaran la eficacia de estos productos en la prevención o el tratamiento de enfermedades o en el alivio de síntomas específicos, tendrían que seguir la legislación sobre medicamentos, lo cual requiere una licencia de venta. Además, la pureza de estos productos no siempre está garantizada, ya que las empresas que los fabrican a menudo no poseen la tecnología necesaria para producir extractos puros.
Existen algunos medicamentos a base de CBD cuya eficacia está respaldada por ensayos clínicos en pacientes y que están aprobados para tratar algunas condiciones. Estos medicamentos han pasado por los procedimientos habituales de autorización de medicamentos, a diferencia de la mayoría de los productos a base de CBD en el mercado. Sin embargo, otros potenciales usos terapéuticos del CBD solo han sido observados en modelos animales y carecen de evidencia en humanos, debido a la escasez de ensayos clínicos con pacientes.
En España, hay dos medicamentos aprobados a base de CBD. Uno de ellos se utiliza para tratar la epilepsia, incluyendo síndromes pediátricos raros de Dravet y de Lennox-Gastaut, que son resistentes a las terapias convencionales. El otro fármaco está autorizado para el tratamiento de la espasticidad muscular secundaria a la esclerosis múltiple, y solo puede utilizarse cuando otros medicamentos no han sido eficaces.
Estudios clínicos y en animales están en marcha en el Instituto de Neurociencias de Alicante, un centro conjunto de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El laboratorio, dirigido por Jorge Manzanares, ha estado estudiando los cannabinoides durante décadas, enfocándose particularmente en el uso de CBD en modelos animales para tratar trastornos psiquiátricos y el abuso de sustancias.
El equipo de Manzanares ha tratado con CBD a ratones con abstinencia a alcohol, cannabis, cocaína y heroína y ahora está evaluando su uso para el tratamiento de la dependencia a benzodiazepinas, medicamentos ampliamente utilizados y altamente adictivos. En una investigación más reciente, el equipo utilizó CBD para tratar ratones con síndrome alcohólico fetal, una afección que resulta del consumo de alcohol de la madre durante el embarazo o la lactancia, con resultados prometedores.
El grupo de Manzanares también ha conseguido la aprobación de un ensayo clínico para el uso de CBD para tratar el abuso de alcohol, en colaboración con sus colegas clínicos en el Servicio de Psiquiatría del Hospital 12 de octubre de Madrid. Adicionalmente, planean colaborar con investigadores y psiquiatras argentinos para realizar un ensayo clínico para tratar con CBD a pacientes adictos a cocaína.
El negocio del cannabis está en auge, y el decano de Farmacología destaca que el CBD a menudo se utiliza para fines terapéuticos para los cuales no tiene aprobación. Subraya que detrás de la venta de productos a base de cannabinoides hay grandes intereses económicos, incluyendo varios lobbies internacionales de venta de marihuana. Sin embargo, la investigación sobre estos compuestos no recibe una financiación adecuada, especialmente en el ámbito clínico. Si los gobiernos destinaran más financiación a la investigación de los cannabinoides, podría traducirse en avances significativos en nuestro conocimiento sobre los cannabinoides y su verdadera eficacia terapéutica.
El contenido de este artículo ha sido realizado dentro del Programa de Ayudas CSIC – Fundación BBVA de Comunicación Científica, Convocatoria 2022. Fuente: SINC.