La reciente incursión de Ucrania en el occidente de Rusia ha expuesto a los rusos a nuevas realidades de la guerra que su país está librando en territorio de su vecino. La entrada de las fuerzas de Kiev en la provincia de Kursk ha provocado fuertes reacciones tanto dentro de la oposición liberal rusa que apoya a Ucrania desde el exilio en países occidentales, como entre los rusos de inclinación democrática que permanecen en Rusia a pesar de las restricciones inherentes. Este último grupo se caracteriza por voces que priorizan el futuro de la «patria», incluso si su líder puede ser calificado como «un caníbal», sobre el derecho internacional y la justicia.
Las redes sociales se han convertido en un campo de batalla virtual donde liberales y conservadores rusos, críticos del régimen en diversos grados, intercambian sentimientos, argumentos y reproches. Sin embargo, aparte de estos dos grupos, existe un sector más nacionalista y militarista que apoya a Vladimir Putin y presiona para que este utilice armas nucleares tácticas.
La organización del Foro Rusia Libre (RL), a la que pertenecen personalidades exiliadas como el ex magnate del petróleo Mijaíl Jodarkovski, el ajedrecista Gari Kaspárov y los economistas Serguéi Guríev y Vladislav Inozémtsev, ha condenado la guerra desencadenada por Putin contra Ucrania como delictiva. Según RL, la reaparición de esta guerra en Rusia es legítima, ya que «quien siembra vientos, recoge tempestades». Todas las víctimas y la destrucción causadas por esta guerra, incluyendo el territorio de la Federación Rusa, son una prueba directa de la política delictiva de Putin, según RL.
RL ha expresado su apoyo a Ucrania desde el inicio de la guerra y considera al ejército ucraniano como su aliado natural en la lucha contra la tiranía de Putin. Para Ucrania, esta guerra es «defensiva y justa». Los ucranianos están luchando por su libertad e independencia, por su derecho a existir en la Tierra como Estado y nación, y tienen derecho a defenderse como mejor les parezca, respetando las leyes y costumbres de la guerra, según RL.
Según RL, el «verdadero culpable» de los males que aquejan a los habitantes de Kursk es «el dictador ruso». Sin embargo, los residentes de la localidad de Sudzha esperan ayuda de Putin, ya que, según declaraciones recogidas por las cámaras, habían apoyado la «operación militar especial» y al ejército ruso. Aquellos rusos que abandonaron sus hogares fronterizos no establecieron una relación causa-efecto entre la invasión de Ucrania y la respuesta de Kiev.
En la oposición rusa a Putin, hay una distinción entre los intelectuales y políticos liberales en el exilio y los rusos que luchan junto a los ucranianos. Según una fuente relacionada con los voluntarios rusos en Ucrania, el ejército ucraniano desconfía de ellos porque no reconoce la existencia de rusos solidarios que se arriesgan por Ucrania y por una Rusia libre.
Lev Schlosberg, uno de los líderes de Yábloko (el único partido pacifista legal en Rusia), criticó a aquellos que celebran las acciones militares en la región de Kursk y las víctimas entre los militares y la población civil, y que esperan volver a Rusia a bordo de tanques extranjeros. Schlosberg, que fue declarado «agente extranjero» por el Ministerio de Justicia de Rusia, lo que le priva de derechos cívicos, denunció ya en 2014 el uso encubierto del ejército ruso en Ucrania.
Serguéi Markedónov, reconocido experto en conflictos postsoviéticos, también ha adoptado una postura similar a la de Schlosberg. Según Markedónov, aunque «Rusia necesita una oposición para que las autoridades no mientan y no roben», esa oposición debe defender los intereses de su país y no los ajenos.
El Consejo del Foro RL ha pedido a quienes deseen enviar ayuda humanitaria a los habitantes de Kursk que la canalicen a través del ejército ucraniano «mientras no se formen estructuras de representación política de la resistencia rusa, capaces de asumir la responsabilidad por la organización de la vida en el territorio liberado del poder de Putin».
Finalmente, respecto a la población rusa en general, los sondeos del centro Levada llevados a cabo en julio revelaban que un 75% de los rusos seguía apoyando las acciones bélicas de su país en Ucrania frente a un 17% en contra. Sin embargo, una encuesta realizada el 11 de agosto por la Fundación de la Opinión Pública de Rusia (FOM) registra un fuerte incremento de la preocupación entre la ciudadanía.